Viernes, 16 Junio 2023 08:26

6. La celebración de la Eucaristía en las diversas culturas El caso de la República Democrática del Congo

Noel Mayamba, SSS. 
Kinshasa, República Democrática del Congo, 4/9/2022. 

Texto original en francés.

 

Introducción

El acontecimiento eclesial que marcó la historia del cristianismo en África en el siglo XX fue sin duda el Concilio Vaticano II. El Vaticano II fue el primer Concilio de la historia de la Iglesia en el que participaron obispos del África subsahariana.

El episcopado congoleño fue uno de los más representados de los episcopados africanos en el Concilio, con 40 prelados, entre ellos 10 obispos originarios de África. Monseñor Malula, obispo auxiliar de la archidiócesis de Leopoldville, miembro conciliar de la comisión litúrgica, fue una de las figuras más notables del episcopado africano para la reforma litúrgica. Cada episcopado debía aportar su contribución, tan modesta como decisiva para el futuro de la Iglesia en África. Se trataba de África, que aún sufría las heridas de la colonización occidental.

De hecho, en aquella época África estaba subyugada por las potencias occidentales, que impusieron su cultura, su lengua y su religión. La cultura del colono era el criterio de civilización. En este contexto surgió la confusión entre la misión de la Iglesia y el poder colonial. Por ello, cuando las legítimas aspiraciones independentistas dieron lugar a fricciones con las autoridades civiles, las misiones aparecieron ante muchos como vinculadas al gobierno y formando un bloque con él.

Es en esta lucha contra el imperialismo occidental donde África recibe el anuncio del Concilio Vaticano II. Este anuncio suscitó un entusiasmo tan fuerte que toda África espera encontrar respuestas a las preocupaciones inherentes a su contexto sociopolítico, eclesial y litúrgico.

Siguiendo el dictado del Concilio Vaticano II, en Sacrosanctum concilium, el episcopado congoleño de la época buscó un marco africano y zaireño para la celebración de la Eucaristía, que desembocó en el proyecto del rito zaireño de la Misa.

 

1. El diálogo entre el episcopado de Zaire y la Santa Sede

Las iniciativas tomadas por los obispos para inculturar la liturgia ofrecen “a los congoleños la oportunidad de recrear su unidad interior y de encontrar una respuesta a las aspiraciones comunitarias que están tan profundamente arraigadas en sus corazones”[1]. Se trata aquí de tener en cuenta la cultura africana y congoleña en el rito romano introducido en suelo africano. Pues la cultura constituye lo específico del hombre[2]. En efecto, sin este conocimiento, el Evangelio de Jesús quedará como una información y no como un mensaje de salvación[3].

El proyecto de este nuevo rito suscita pronto mucho interés y pasión en el episcopado. Incluso será objeto de diálogo entre los prelados del Congo durante las visitas ad limina.

La visita ad limina apostolorum de 1983 fue una ocasión para un intercambio sobre las opciones fundamentales del episcopado congoleño, elaboradas a la luz de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Entre ellas figuran la evangelización en profundidad del hombre y la inculturación. El tono está cambiando por parte de los prelados congoleños. Ya no es adaptación lo que piden, sino inculturación del mensaje en tierra congoleña.

Hablando en nombre de sus colegas, el cardenal Malula expresó al Papa una de las mayores preocupaciones de la Iglesia en el Congo: “En Zaire estamos empeñados en encontrar vías para una liturgia que responda a las aspiraciones más profundas de los africanos, en este caso el rito zaireño”[4].

La respuesta del Papa Juan Pablo II no se hizo esperar. Dio su acuerdo de principio, diciendo: “¿Cómo, declaró, una fe verdaderamente madurada, profunda y convencida no podría expresarse en una lengua, en una catequesis, en una reflexión teológica, en una oración, en una liturgia, en un arte, en instituciones que correspondan verdaderamente al alma africana de vuestros compatriotas?”[5].

En definitiva, al término de esta visita ad limina, el episcopado congoleño se sintió reforzado en sus esfuerzos por evangelizar en profundidad. Así, en 1988 se promulgó el Misal Romano para las diócesis del Zaire, comúnmente llamado Rito zaireño.

 

2. Los logros del Misal romano para las diócesis de Zaire (MRDZ)

2.1. La participación activa, mayor logro del MRDZ

En efecto, el MRDZ, digámoslo así, no será una creación ex nihilo. Forma parte de la unidad del rito romano, que acompañó la evangelización del país y el establecimiento de la Iglesia en el Congo. Así, para encontrar su originalidad, es necesario examinar sus elementos constitutivos a la luz del Rito Romano.

Es en la inclusión de elementos de la cultura negra donde el ZDRM logrará esta participación activa. Se trata de:

2.1.1. De la expresión verbal

En el Congo hay 4 lenguas nacionales: lingala, kikongo, thiluba y swahili; y 2 lenguas internacionales: francés e inglés. Para el episcopado congoleño, el problema es dejar que se exprese el genio de cada lengua y plasmar lo mejor de él en la liturgia. “Los ordinarios están convencidos de que no se puede lograr una participación activa de los fieles, si al menos toda la liturgia no se hace directa y exclusivamente en la lengua viva”[6].

Así, el Misal Romano para las diócesis del Zaire se publicará en lingala como lengua de partida para todas las demás lenguas congoleñas. Actualmente, el rito sólo se celebra en las lenguas locales.

La experiencia del cardenal Malula es elocuente sobre la cuestión del lenguaje litúrgico en el Congo. En una de las sesiones de trabajo durante el Concilio, le pidieron que cantara uno de los cantos litúrgicos en su lengua; cuando abrió la boca, salió el Padre Nuestro en lingala. En los rostros de los participantes se percibía una expresión de alivio y, sobre todo, de esperanza, como si dijeran: “He aquí un anticipo de lo que nuestros esfuerzos anhelan”. Mis compañeros podían sentir toda mi alma vibrando en este “Padre Nuestro” en lingala: estaba habitando plenamente lo que cantaba...[7].

En resumen, podemos decir que la lengua es el instrumento de comunicación por excelencia, y celebrando en la lengua local, el nuevo ordo congoleño favorece esta participación de los fieles en el misterio celebrado. Pues el latín, lengua litúrgica del rito romano, no puede asegurar esta comunicación entre el alma africana y el misterio que se celebra.

2.1.2. De la expresión musical: la música congoleña al servicio de la santidad

El Concilio Vaticano II dio los criterios que deben emplearse para la música propiamente relacionada con el culto. En efecto, la música en la liturgia es para la glorificación de Dios y la santificación del hombre. Para ello, nada profano debe incorporarse con connotación profana en el texto, en los géneros y en las composiciones.

Para promover la música auténticamente africana en la liturgia, el episcopado congoleño propuso la creación de comisiones de música sacra, que: “velarán por preservar el carácter auténticamente africano de esta inspiración, evitando la distorsión de su espontaneidad por procedimientos de composición de otras culturas [...]. Se fomenta el uso de instrumentos musicales africanos durante las celebraciones al servicio de los cantos de la asamblea”[8].

Muchas canciones se escribirán y cantarán cada vez más en las lenguas locales. Estos cantos se interpretarán al ritmo del tam-tam y de otros instrumentos tradicionales.

Así, en poco tiempo, en todas partes del Congo, el canto en la lengua nacional sustituyó al gregoriano. Los obispos piden que los compositores sean fieles a los modos musicales africanos y al ritmo africano[9]. Por otra parte, los cantos litúrgicos son a menudo textos inspirados en los salmos o en otros pasajes de la Palabra de Dios[10].

Por otra parte, estos cantos litúrgicos se inspiran en el folclore del pueblo e incluso en el estilo popular. La música, cuyo ritmo provoca la participación corporal en la oración mediante el canto y el balanceo del cuerpo, constituye la banda sonora de la celebración. Y, los obispos dicen que: “Está previsto el uso del tam-tam y otros instrumentos musicales tradicionales para acompañar los cantos”[11].

2.1.3. De la expresión artística

Los instrumentos musicales debían fomentar la piedad del pueblo. En 1966, por primera vez, el arzobispo de Kinshasa decidió introducir el tam-tam. Es un instrumento africano por excelencia que da ritmo a las grandes ceremonias alegres o dolorosas. De hecho, el Concilio Vaticano II abrió las puertas al uso de instrumentos musicales distintos de los órganos. El arzobispo de Kinshasa afirma: “Podemos, pues, utilizar nuestros instrumentos tradicionales en la ejecución de los cantos litúrgicos [...]. Estos instrumentos deben mantener siempre su papel, el de apoyar y acompañar los cantos, no el de dominarlos o aplastarlos. Los tam-tam deben servir de música de fondo, para que se oigan las voces de los cantantes y se entiendan las palabras que expresan la oración”[12].

Entre las directrices que acompañaban la autorización de los instrumentos africanos en la liturgia, Malula insistía en que estos instrumentos destinados al culto divino debían mantenerse absolutamente alejados de todo uso profano, y nunca arrastrados por el suelo para marcar el ritmo del jazz o de los bailes de los movimientos juveniles.

2.1.4. De la expresión cultural: la danza en la liturgia congoleña, expresión de comunicación

Junto con el canto, la danza ocupa un lugar destacado en África; es un poderoso medio de comunicación con las fuerzas cósmicas y humanas. La danza en África puede expresar alegría y celebración, o tristeza e infelicidad. Pero en la liturgia, “se convierte en una expresión de entusiasmo que nace del sentimiento de la presencia de Dios y de compartir su ser”[13]. Para Mveng, la danza también establece un contacto entre el pueblo y su creador: “La danza es la expresión sacramental de la religión africana [...]. La danza es la expresión sacramental de la religión africana [...]. Es un impulso místico, que intenta traducir la impotencia del hombre para atravesar el abismo que le separa de aquel que es la Vida en quien busca la plenitud”[14].

La danza se introducirá en la liturgia de la misa. La procesión de entrada se hace con un paso de danza; durante la gloria el sacerdote con los demás ministros ejecutan la danza alrededor del altar. El significado de la danza en torno al altar es participar en la gloria de Dios. Cuando el coro canta el canto de ofertorio, los fieles designados toman los vasos sagrados, las vinajeras y otras ofrendas. Al ritmo del canto, se dirigen hacia el altar ejecutando pasos de danza. También bailan durante el sanctus y la procesión de salida. En resumen, la danza es una expresión de contacto con Dios, a quien se desea expresar alabanza, adoración, dolor, arrepentimiento y la alegría de estar en su presencia.

Para ello, la celebración litúrgica africana debe entenderse no sólo con palabras, sino también con el movimiento del cuerpo, es decir, con gestos y danzas.

La danza en la liturgia congoleña se ejecuta con dignidad, sin sacudidas, sin profusión de movimientos en varias direcciones. Además, los obispos prohibieron la tendencia a transformar la liturgia de la misa en un concierto musical con danzas profanas.

En el misal romano de las diócesis de Zaire, los elementos se llaman y responden unos a otros con palabras, acciones, movimientos e incluso ritmos significativos. Los fieles están de pie como en el rito romano;  mientras que se sientan durante las lecturas, incluido el Evangelio. Levantan las manos durante las oraciones, durante la doxología y la oración del Padre Nuestro. Y durante el acto penitencial, asumen una actitud de petición de perdón: cabeza ligeramente inclinada y brazos cruzados sobre el pecho.

Pensemos también en la homilía, que, utilizando lenguajes desarrollados por las comunidades cristianas, se convierte en una conversación familiar que ya no es unidireccional, sino dialogal y participativa. Al final de la homilía, el pueblo expresa su apoyo con un último gesto de aquiescencia a la predicación, dando palmas. En la presentación de las ofrendas, toda la asamblea, de pie y con las manos levantadas, pronuncia al unísono con sus representantes las mismas palabras dirigidas al celebrante. En la oración sobre las ofrendas, pronunciada en lo esencial por el celebrante, se concluye al unísono con la asamblea, que participa con las manos levantadas, cantando al unísono la parte final. Al igual que la oración colecta y la oración sobre las ofrendas, la oración después de la comunión, el canto del prefacio e incluso el canon, ningún elemento escapa a la expresión participativa.

Si en el Misal Romano para el Congo el diálogo entre el sacerdote y la asamblea es constante, es particularmente notable durante la plegaria eucarística. No se limita al diálogo del prefacio, sino que recorre toda la plegaria eucarística y culmina en la doxología final. La necesidad de participación es tal que la asamblea sigue instintivamente la conclusión de las oraciones, el final de cada frase del prefacio. Pero la articulación del diálogo no se limita a este nivel. El diálogo que caracteriza cada parte de la celebración también es visible en las cuatro procesiones rítmicas que forman la columna vertebral de la misa. Está presente en la gestión ceremonial de la palabra y en el arte de la oratoria que elabora la homilía en diálogo y en colaboración con la asamblea.

Podemos deducir que los gestos de la liturgia congoleña proyectan una visión particular de lo sagrado, al tiempo que son canales de transmisión de la memoria de Jesús. Hay un tiempo de silencio para escuchar la palabra de Dios, y un tiempo de manifestación gozosa para expresar el efecto de la historia de Jesús en la asamblea. Hay un estilo y una estrategia en los gestos; encarnan toda una historia, toda una memoria.

 

Conclusión

Según los especialistas, la inculturación de la liturgia en la RD del Congo es una experiencia exitosa:

“Las opciones tomadas por el episcopado del Zaire para llegar a una celebración eucarística propia de la población de ese país son un buen ejemplo de inculturación, donde la fuente original sigue siendo reconocible, donde la fe de la Iglesia se expresa sin ambigüedad, pero donde la manera de expresar esa misma fe católica toma prestado lo mejor del genio religioso del alma africana”[15].

El Papa Francisco acaba de decirlo de nuevo. Después de celebrar la misa el 1 de diciembre de 2019 en la Basílica de San Pedro en Roma en el misal romano para las diócesis de Zaire dice esto: “El Misal Romano para las Diócesis del Zaire, aprobado por la Congregación para el Culto Divino el 30 de abril de 1988, es hasta ahora, el único rito inculturado de la Iglesia latina aprobado después del Concilio Vaticano II. El rito zaireño del Misal Romano se pone como ejemplo de inculturación litúrgica. En la celebración de este rito se palpa una cultura y una espiritualidad animadas por cantos religiosos de ritmo africano, el sonido de tambores y otros instrumentos musicales que constituyen un verdadero progreso en el alma congoleña”[16]. El rito romano para las diócesis del Zaire, con sus gestos, palabras, símbolos y cantos, genera una práctica litúrgica que refuerza los medios de evangelización.

 

 

Bibliografía

Antoine SANON, « L’africanisation de la liturgie », LMD 123 (1975) p.100-122.

Conférence Épiscopale du Zaïre:

  • Allocution des évêques des provinces ecclésiastiques de Kinshasa, Mbandaka et Kananga en Visite ad Limina du 18-30 Avril 1988, Kinshasa 1988, 7.
  • Dynamique de la diversité dans l’unité, Kinshasa, secrétariat de la conférence épiscopale du Zaïre 1887, 24-25.

Conférence Épiscopale Nationale du Congo, Actes de la 6ème APEC, Léopoldville 1961, p.363.

Congrégation pour le culte divin et la discipline des sacrements, « Congus Leopolitanus » Notitiae (1965), p.1-12.

Engelbert MVENG, L’art de l’Afrique noire, liturgie cosmique et langage religieux, (Point Omega : Paris) 1964, p.181.

Elochukwu UZUKWU, « Corps et mémoire dans la liturgie africaine », Concilium 259 (1995), p.105-120.

François KABASELE LUMBALA, Alliance avec le Christ en Afrique, inculturation des rites religieux au Zaïre, (Karthala : Paris) 1994, p.131.

Josef MALULA, « Les instruments de musique africaine dans le culte divin » (4 juin 1967), DC 1487 (1967), p.278- 285.

Missel romain pour les diocèses du Zaïre, secrétariat de la conférence épiscopale du Zaïre, Kinshasa 1989.

Roger MBOSHU KONGO (éd.), Le Pape François et le Missel romain pour les diocèses du Zaïre (R.D. Congo), Cité du Vatican, 2019, p.255.

Tharcisse TSHIBANGU, « Vers une théologie à la couleur noire », RCA 14, (1960) p. 227-333.

Siglas y abreviaturas

 

APEC:          Asamblea plenaria del Episcopado Congoleño 1961-1967

CENCO:      Conferencia Episcopal Nacional del Congo

CEZ:             Conferencia Episcopal del Zaire

MRDZ:         Misal Romano para las Diócesis del Zaire

RCA:            Revista del clero africano, Léopoldville 1950-1978

 

[1] Josef Malula, « Congus Leopolitanus », Notitiae (1965) p. 121.

[2] Cf. Papa Juan Pablo II, Discurso a la UNESCO, 2 de junio de 1980.

[3] Tharcisse Tshibangu, « Vers une théologie à la couleur noire », RCA 14, (1960) p. 333.

[4] CEZ, Dynamique de la diversité dans l’unité, Kinshasa, secrétariat de la conférence épiscopale du Zaïre 1987, 24-25.

[5] CEZ, Allocution des évêques des provinces ecclésiastiques de Kinshasa, Mbandaka et Kananga en Visite ad Limina du 18-30 Avril 1988, Kinshasa 1988, 7.

[6] CENCO, Actes de la 6ème APEC, Léopoldville, 1961, 363.

[7] Josef Malula, « Congus Leopolitanus », Notitiae (1965) p. 123.

[8] CENCO, Actes de la 6ème APEC, Léopoldville 1961, 364.

[9] Josef Malula, « Préface à Kabase le Lumbala », in Alliance avec le Christ en Afrique, inculturation des rites religieux au Zaïre, Paris, p.13.

[10] Cf., 6ème APEC, 365.

[11] « Présentation générale de la liturgie de la messe pour les diocèses du Zaïre », in MRDZ, Kinshasa 1989, secrétariat de la conférence épiscopale du Zaïre, p. 78.

 [12] Josef Malula, « Les instruments de musique africaine dans le culte divin (4 juin 1967) », DC 1487 (1967) 285.

[13] Antoine Sanon, « L’africanisation de la liturgie », LMD 123 (1975) 122. Ver también, Roger Garaudy, Danser sa vie, Paris 1973.

[14] Engelbert Mveng, L’art de l’Afrique noire, liturgie cosmique et langage religieux, Paris 1964, 81.

[15] Elochukwu Uzukwu, « Corps et mémoire dans la liturgie africaine », Concilium 259 (1995) 105-106.

[16] Pape François, cité par Rita Mboshu, Le Missel romain pour les diocèses du Zaïre, cité du Vatican 2019, p.3-4.

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