Viernes, 16 Junio 2023 08:10

5. Los Signos comunicativos en la Celebración Eucarística

Andrés L. Taborda, SSS. 
Cenáculo de Buenos Aires, Argentina, 2/8/2022.

 

Esquema:

Presentación

  1. Sondear con preguntas
  2. Los signos y los símbolos
  3. La belleza, como la verdad, conduce a la admiración
  4. Resonando

 

Presentación

La Celebración Eucarística posee todos los códigos comunicativos que ayudan al encuentro religioso. Los códigos comunicativos permiten el entenderse entre las personas. Ejemplos: la luz; los colores; las palabras; el silencio; las imágenes; las vestimentas; el ambientación; etc.

Esta nota tiene como objetivo evidenciar los signos, símbolos y códigos comunicativos, que permiten relacionar a Dios con el hombre, y al hombre con Dios.

Entendemos la comunicación como compartir los bienes, según el origen de la palabra. En esta nota tratamos la comunicación de los bienes propios de la fe cristiana, de la fe propuesta por los signos, símbolos y códigos de la Celebración Eucarística.

¿Cuándo se realiza la comunicación litúrgica? En los cristianos creyentes, al entrar en contacto con los signos y símbolos litúrgicos, el interface del acto comunicativo crea una tensión. La comunicación litúrgica produce en el fiel cristiano una reacción, un eco, una tensión de propuestas y respuestas. Tensión es el “estado de un cuerpo sometido a la acción de fuerzas opuestas que lo atraen”.

La catequesis de la Celebración Eucarística propone la epifanía del Señor para que produzca frutos. Es un feedback entre el catequista y el catecúmeno. La pedagogía para comunicar es variada. En ésta nota proponemos sondear, interrogar. Los signos y los símbolos, la belleza y la verdad, permiten la admiración, abren preguntas y respuestas.

 

1. Sondear con preguntas

¿Qué buscan? ¿Qué quieren?

“Estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: Este es el Cordero de Dios. Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: ¿Qué buscan? Ellos le respondieron: Rabbí –que traducido significa Maestro– ¿dónde vives? Vengan y lo verán, les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día.” (Juan 1, 35-39).

La pregunta de Jesús despierta y reconoce el deseo del corazón humano. A los dos discípulos les llamó la atención la presentación: “Este es el Cordero de Dios”.

Hace más de dos mil años Jesús hizo catequesis dando respuesta a quien lo buscó. Invitó a ir hacia Él para verlo. Sorprende que aquel acto catequístico comunicativo, hoy continúe.

Él es quien da la vida en la Eucaristía. La pregunta es clave, ¿qué o a quién buscamos en la Celebración Eucarística, en la Iglesia, en el Templo?

Así es la catequesis sobre los signos y símbolos eucarísticos, pretende crear una relación entre Jesús y nosotros. Como los signos y símbolos, la pregunta provoca la búsqueda del sentido de la vida, qué queremos en la vida, saber qué es lo importante, quiere mover el interior del ser humano.

  • Pregunta: ¿Qué pretendemos buscar de Jesucristo en la Celebración Eucarística?

¿Las preguntas exigen respuestas?

A la pregunta de Israel: “¿Qué es esto?” La respuesta es el Maná. “Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: ¿Qué es esto?”. Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: “Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento” (Éxodo 16, 15). El maná es un alimento que dio Dios a Israel durante la marcha por el desierto.

El pueblo pregunta qué es esto. La respuesta: “es el pan que el Señor les ha dado”. En hebreo ¿qué es esto? se dice “maná”, es la interpretación de su nombre, subraya su carácter misterioso y prepara la revelación del Verdadero Pan del Cielo[1].

La Iglesia siempre trató de responder a las preguntas humanas, así hizo el Concilio Vaticano II. Desde la pregunta básica ¿qué es el hombre? ¿qué sentido tiene la vida?, y otras más, son valoradas y trata de responder a los grandes interrogantes humanos[2]?

Las preguntas simples pueden ser profundas cuando son ricas de contenido y abren perspectivas. Así decía el Santo Padre Francisco: “Intentemos ahora plantearnos algunas preguntas sencillas. Por ejemplo, ¿por qué se hace la señal de la cruz y el acto penitencial al principio de la misa? Y aquí quisiera hacer un paréntesis. ¿Vosotros habéis visto cómo se hacen los niños la señal de la cruz?... Y estas lecturas, en la misa, ¿por qué están ahí? ¿Por qué se leen el domingo tres lecturas y los otros días dos? ¿Por qué están ahí, qué significa la lectura de la misa? ¿Por qué se leen y qué tiene que ver? O ¿por qué en un determinado momento el sacerdote que preside la celebración dice: «levantemos el corazón»?...”[3]

  • Pregunta: ¿Al participar de tu última Celebración Eucarística, cuál fue tu pregunta y que respuesta obtuviste?

¿Por qué las preguntas?

Las preguntas son un método privilegiado de la enseñanza de Jesús[4]. Las preguntas ayudan a la conversación, al diálogo, pueden educar y evangelizar. El catecismo tiene preguntas para abrir a la participación, a la crítica y la creatividad. Llevan a la reflexión y al análisis.

Las preguntas en la catequesis son un recurso y pueden pedir información; pueden ser unas estrategias para guiar el pensamiento de los catecúmenos; o para que presten atención a ciertos contenidos; invitan al conocimiento de otros o de nuestra experiencia. Sobre todo, las preguntas pueden llevan a la adhesión a Dios.

¿Cómo nacen las preguntas? Ellas afloran en un dialogo o de un acontecimiento que se vive y la curiosidad elabora las preguntas que piden respuestas.

La “forma dialogal” de los catecismos pertenece al “antiguo género catequético basado en preguntas y respuestas” que permiten el “descubrimiento de aspectos siempre nuevos de la verdad de su fe”. Además, ayudan a ir a “lo esencial”, favorecen “la asimilación” y la “memorización de los contenidos”[5].

Las preguntas siempre buscan sondear, conocer más a fondo. En la catequesis eucarística, las preguntas pueden abrir a un mayor contacto con Dios. Por eso, es importante preguntar y responder.

  • Pregunta: ¿Señor, qué signos haces para que veamos y creamos en ti?

2. Los signos y los símbolos

¿Por qué usamos los signos y símbolos?

Usamos signos y símbolos siempre. También en la vida cristiana y eucarística, estos son medios sensibles para comunicarnos.

“La celebración sacramental «está entretejida de signos y símbolos», se expresa «la pedagogía divina de la salvación»[6], ya enunciada de modo elocuente por el Concilio de Trento. Reconociendo que «la naturaleza humana es tal, que no fácilmente se aviene a la meditación de las cosas divinas, sin recursos externos», la iglesia «utiliza velas, incienso, vestidos y muchos otros elementos transmitidos por la enseñanza y la tradición apostólica, con los que se destaca la majestuosidad de un Sacrificio tan grande [la Santa Misa]; y las mentes de los fieles son llevadas de estos signos visibles de la religión y la piedad, a la contemplación de las cosas altas, que están ocultas en este Sacrificio» (Concilio de Trento, Sesión XXII, 1562, Doctrina de ss. Missae Sacrificio, c. 5, DS 1746)[7]”.

Por ejemplo, las dos letras del alfabeto griego son Alfa y Omega (Α Ω), en casi todos los templos están presentes. Es un símbolo, pura abstracción. Proviene del Apocalipsis 1, 8; y, 22, 13 “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin”. Y significa que el Señor Dios es eterno. Y las letras griegas son signos de números, inicia desde lo más pequeño a lo más grande, o sea, simbólicamente dice que el Señor es omnipotente.

En la noche de la Vigilia Pascual el Cirio es marcado con estas palabras: “Cristo Ayer y Hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. A Él pertenecen el tiempo y la eternidad. A Él la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén”.

  • Pregunta: ¿Por qué los signos y símbolos cristianos siempre nos conducen a Dios?

¿Signos escritos para tener Vida?

El Evangelio de Juan nos relata algunos signos. ¿Para qué los signos fueron escritos?

“Jesús le dijo a Tomas: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre” (Juan 20, 29-31).

Este Evangelio [de Juan] tiene la ventaja de que recurre del modo más explícito al simbolismo como representación de una realidad espiritual y, por consiguiente, invita en mayor medida a la interpretación de lo que es ya una interpretación.[8]

  • Pregunta: ¿Por qué los signos en el Evangelio de Juan invitan a lo trascendente?

¿De dónde proceden los signos sacramentales?[9]

“Algunos signos sacramentales provienen del mundo creado (luz, agua, fuego, pan, vino, aceite); otros, de la vida social (lavar, ungir, partir el pan); otros de la historia de la salvación en la Antigua Alianza (los ritos pascuales, los sacrificios, la imposición de manos, las consagraciones). Estos signos, algunos de los cuales son normativos e inmutables, asumidos por Cristo, se convierten en portadores de la acción salvífica y de santificación”.

“La razón de ser de los signos propios de la Liturgia proviene de la naturaleza humana, considerada en su realidad a la vez corporal y espiritual; proviene también del misterio de la Encarnación, gracias al cual el acceso al Dios invisible resulta posible a través de la humanidad real de Jesucristo. En efecto, así como la humanidad de Cristo es el instrumento de la acción salvadora del Verbo, los signos litúrgicos contienen y transmiten el poder salvador de Dios”[10].

  • Pregunta: ¿Cuáles son los signos sacramentales en la Celebración Eucarística?

¿Cuál es el significado del lenguaje litúrgico?

“Una celebración sacramental esta tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo”[11].

El lenguaje simbólico litúrgico[12], pretende expresar lo indecible y se expresa de modo singular. Tiene sus reglas propias. ¿Cuáles son las características del simbolismo en la liturgia?

El símbolo litúrgico siempre está acompañado de la palabra como el elemento constitutivo que garantiza el sentido[13]. La palabra relaciona al símbolo sacramental al evento histórico salvífico y le da fundamento. Por ejemplo, las palabras de Jesús sobre el pan y sobre el vino, dichas por el Sacerdote en la Celebración Eucarística, están relacionadas con el Misterio de la muerte y resurrección del Señor durante la Última Cena. Participar del Pan y Vino eucarísticos no es sólo un acto fraterno, es sobre todo participación de la Pascua de Jesucristo.

 

El símbolo litúrgico tiene que ser comprendido en el contexto bíblico de donde tiene su origen y sobre el cual se apoya su significado. Los símbolos litúrgicos son en realidad símbolos humanos, tomados de los elementos naturales, pero su significado es superior. Por ejemplo, el agua, dice de la frescura, vida, calma la sed, purifica[14]. Ahora, en la oración para bendecir el agua bautismal durante la Vigilia Pascual, relata el significado de la acción salvadora de Dios.

 

El simbolismo litúrgico siempre es un simbolismo dinámico, tiende a la acción. El bautismo no es solo agua, también es inmersión en el agua. El comer y beber de la Eucaristía es el lenguaje simbólico y eficaz, de la comunicación que Cristo nos hace de su Cuerpo y su Sangre, y de la fe con que nosotros le acogemos. El símbolo litúrgico invita al contexto del rito.

  • Pregunta: ¿Cuál es el significado del agua en la Celebración Eucarística?

¿Códigos comunicativos litúrgicos?

“La liturgia, que es en sí misma comunicación” (Puebla n. 1086)[15] conduce a la comunión con Dios y la humanidad. Tanto un templo en sí, como un acto litúrgico, siempre crean un diálogo. Hay templos que por su imaginario social, son códigos que hablan por sí solos. Lo mismo ocurre con los actos litúrgicos.

Decir “código” significa hablar de un sistema de signos y de reglas que permiten elaborar y comprender los mensajes de quienes integran una comunidad. El código litúrgico comunica para ser comprendido y correspondido. Hay correspondencia con signos y acciones simbólicas; gestos y participación. Es un diálogo entre Dios y el hombre.

En el templo, el rito litúrgico con sus acciones, involucra al creyente y sus sentidos, con objetos, sonidos, colores, luces, palabras y gestos. Estos códigos litúrgicos comunicativos revelan y crean nueva comunicación[16].

¿Cómo comunican los códigos litúrgicos? Podríamos decir, por el ambiente celebrativo; los comentarios; lecturas proclamadas; cantos; silencios que ayudan a la participación activa; la homilía preparada para la celebración[17].

  • Pregunta: ¿Qué imagen o frase bíblica codificaría el acto de la comunión eucarística?

¿Qué es un espacio sagrado?

Moisés [al presenciar la zarza ardiente] pensó: “Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?”. Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: “¡Moisés, Moisés!”. “Aquí estoy”, respondió él. Entonces Dios le dijo: “No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa”. (Éxodo 3, 3-5)

Los espacios sagrados se distinguen de los espacios ordinarios, porque interrumpen la rutina de cada día. El Catecismo n. 1179 nos enseña que, “el culto en espíritu y en verdad” (Juan 4,24) de la Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las “piedras vivas”, reunidas para “la edificación de un edificio espiritual” (1 Pedro 2, 4-5).

El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados a Cristo por el Espíritu Santo, “somos el templo de Dios vivo” (2 Corintios 6,16).

  • Pregunta: ¿Qué signos permiten percibir un espacio sagrado?

¿Cuándo pasamos de lo profano a lo sagrado?

Pasar un umbral significa pasar a una nueva realidad, todo habla de otro modo, de otras cosas. Jesús dice “les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10, 7). Así el templo nos habla de una comunidad que pasó el umbral, la Puerta que es Jesús; y camina hacia la casa de Dios. Cuando ingresamos a un estadio de fútbol, todo cambia. El templo iglesia es otro espacio y al ingresar todo cambia, salimos distintos de como entramos.

R. Guardini escribe:

A menudo entramos por ella [por la puerta] en la iglesia, y siempre nos dice algo. ¿Lo percibimos? … Mira; al pasar por el marco, te dices interiormente: “Ahora abandono las cosas de fuera; voy adentro”. Lo de fuera es el mundo, hermoso, lleno de vida y movimiento; pero también de no poca fealdad y bajeza… Por la puerta entramos en un recinto separado de la plaza, silencioso y sagrado: el templo… La puerta está entre lo exterior y lo interior; entre la plaza y el santuario; entre la pertenencia del mundo y la casa de Dios. Y al atravesarla, parece decir: “Deja fuera lo impropio del lugar adonde entras: pensamientos, deseos, preocupaciones, curiosidades y cosas vanas. Deja fuera lo que no es sagrado. Purifícate, que entras en el templo”.

Y quien introduce al hombre en este misterioso recinto es la puerta. “Desecha toda mezquindad, nos dice; depón toda estrechez e inquietud. Fuera de ti cuanto oprime. Pecho abierto; ojos en alto; alma libre. Templo de Dios es este, e imagen de ti mismo. Porque en cuerpo y alma eres templo vivo de Dios. Dale amplitud, dale libertad y altura[18]”.

  • Pregunta: ¿Qué pide la Celebración Eucarística para ingresar a su Mesa?

¿Por qué usamos los templos?

Porque el signo del templo recapitula y expresa en cierto modo los diversos momentos y modos de la presencia de Dios entre los hombres. Del templo cósmico del Edén a la Tierra Prometida (Génesis 1, 2; Salmos 138), de la tienda en el desierto al templo de Jerusalén (Éxodo 26; 1 Reyes 8, 10 sig.), desde la humanidad de Cristo hasta la estructura eclesial y cada uno de sus miembros (Juan 2, 19-21; 1 Corintios 3:16-17)[19].

Porque “por su muerte y resurrección, Cristo se convirtió en el verdadero y perfecto templo de la Nueva Alianza (Juan 2, 21) y congregó al pueblo adquirido por Dios.

Este pueblo santo, unificado por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, es la Iglesia (ver LG 4) o sea el templo de Dios edificado con piedras vivas, donde el Padre es adorado en espíritu y en verdad (ver, Juan 4, 23).

Es por eso y con razón, desde antiguo se llamó también «iglesia» al edificio en el que la comunidad cristiana se reúne para escuchar la palabra de Dios, para elevar oraciones de intercesión y de alabanza a Dios, y sobre todo para celebrar los santos misterios y también para reservar el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Por el hecho de ser un edificio visible, esta casa es un signo peculiar de la Iglesia que peregrina en la tierra y una imagen de la Iglesia que ya ha llegado al cielo. Según una costumbre muy antigua de la Iglesia, es conveniente dedicarla al Señor con un rito solemne al erigirla como edificio destinado exclusiva y establemente a reunir al Pueblo de Dios y celebrar los sagrados misterios[20].

  • Pregunta: ¿Por qué Jesucristo busca incorporar a las personas como piedras vivas?

¿La participación en la Santa Eucaristía se expresa con signos?

“Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales... (y) un silencio sagrado” (SC, n. 30). Además, hay acciones internas que son importantes, como son los ritos y oraciones; también, la instrucción de la Palabra de Dios, que prepara para la Mesa del Cuerpo y Sangre del Señor; dar gracias; y para ofrecerse con la hostia para vivir unidos con “Cristo mediador en la unión con Dios y entre los mismos fieles”[21].

Algunas condiciones personales para que cada fiel dé frutos de participación:

  • Un espíritu de conversión continua que ha de caracterizar la vida de cada fiel; interrogando a la propia vida para bien.
  • El recogimiento y el silencio; el ayuno.
  • La confesión sacramental. Un corazón reconciliado con Dios permite la verdadera participación.
  • En particular, toma al mismo tiempo parte activa en la vida eclesial en su totalidad. ____? El compromiso misionero de llevar el amor de Cristo a la sociedad.
  • ¿Pero, cuál es la participación plena?

Cuando nos acercamos personalmente al altar para recibir la Comunión[22]. “Se recomienda especialmente la participación más perfecta en la misa, la cual consiste en que los fieles, después de la comunión del sacerdote, reciban del mismo sacrificio el Cuerpo del Señor”[23].

¿Cómo describir esa participación? Tres actitudes cristianas: tener rectitud de ánimo, unir la mente con la voz y colaborar con la gracia de Dios. Dicho con tres palabras, es participar de forma consciente, fructuosa y activo (ver, SC, nn.11; 48).

  • Pregunta: ¿Cómo participas en la comunidad, durante la Celebración Eucarística?

3. La belleza, como la verdad, conduce a la admiración

¿Es posible el asombro ante el Misterio Pascual?

Sí, es posible, con la actitud del niño. La admiración podría ser definida, o describirla. Pero con ejemplos podremos comprenderla. El Pueblo de Dios hambriento ante el maná en el desierto se preguntaba ¿Qué es esto? Moisés les respondió “Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento” (Éxodo 16, 15). Eso es admirar, asombrar…

En la celebración de la pascua hebrea, el menor de la familia pregunta sobre las cosas que se hacen en la Seder de Pesaj. “¿Por qué todas las otras noches del año comemos chametz (pan) y matzah (pan ácimo sin levadura), pero en esta noche sólo comemos matzah?”. “¿Por qué todas las otras noches comemos toda clase de hierbas, pero en esta noche sólo comemos hierbas amargas?”. “¿Por qué todas las noches no necesitamos remojar nuestras verduras ni siquiera una vez, ¡y en esta noche lo hacemos dos veces!?”. “¿Por qué es que todas las otras noches comemos sentados erguidos o reclinados, ¡mientras que esta noche todos nos reclinamos (sobre una almohada)?”.

Notemos que cada pregunta expresa admiración.

Son los niños los que tienen esa actitud ante la realidad: el asombro. Es Jesús quien indica tener la actitud del niño (Mateo 18, 3), admiración ante el mundo, mirada hacia lo trascendente. “Cuando digo asombro ante el misterio pascual, [...] es admiración ante el hecho de que el plan salvífico de Dios nos haya sido revelado en la Pascua de Jesús (ver, Efesios 1,3-14), cuya eficacia sigue llegándonos en la celebración de los “misterios”, es decir, de los sacramentos”[24].

  • Pregunta: ¿Qué te asombra de la Celebración de la Vigilia Pascual, o de otras?

¿La oración está orientada hacia el Señor?

Al pasar por un templo o al ingresar nos encontramos con la imagen de una cruz con Cristo Crucificado. Es un signo que nos indica para dónde ir. Así también toda la Celebración Eucarística, toda oración está orientada (oriente) hacia el Señor. Él es el centro que nos reúne. Antiguamente los templos se construían hacia oriente, hacia el Este, de donde sale el sol, para hacer referencia a Jesús que Resucita como la Nueva Luz.

“En la Iglesia antigua existía la costumbre de que el obispo o el sacerdote, después de la homilía, exhortara a los creyentes exclamando: «Conversi ad Dominum», «Vuelvan ahora hacia el Señor». Eso significaba ante todo que ellos se volvían hacia el este, en la dirección por donde sale el sol como signo de Cristo que vuelve, a cuyo encuentro vamos en la celebración de la Eucaristía. Donde, por alguna razón, eso no era posible, dirigían su mirada a la imagen de Cristo en el ábside o a la cruz, para orientarse interiormente hacia el Señor. Porque, en definitiva, se trataba de este hecho interior: de la conversio, de dirigir nuestra alma hacia Jesucristo y, de ese modo, hacia el Dios vivo, hacia la luz verdadera”[25]

Digamos que en la Celebración Eucarística existen diversos puntos de orientación. “Concluido el canto de entrada, el sacerdote, de pie en la sede, se signa juntamente con toda la asamblea con la señal de la cruz; luego mediante el saludo manifiesta a la comunidad congregada la presencia del Señor”[26].

“Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor”, rezamos durante el Prefacio, en la Misa. El sacerdote invita al pueblo a elevar los corazones al Señor en la oración y acción de gracias y lo asocia a la oración que, en nombre de toda la comunidad, él dirige a Dios Padre, por Jesucristo en el Espíritu Santo. El sentido de esta oración es que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la alabanza de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio. El personaje principal, hacia donde los cristianos nos orientamos, es el Señor Jesucristo en la Celebración Eucarística[27].

  • Pregunta: ¿Cómo sabemos que Jesús, desde la Santa Eucaristía, es como el sol, como una lámpara para nuestros pasos (Salmo 119, 105)?

Señor, ¿Quién habitará en tu santa Montaña? (Salmo 15, 1)

El templo es el lugar del encuentro de Jacob y el Señor Dios se describe así “¡Qué temible es este lugar! ¡Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo!” dice el Génesis 28, 17. El templo es un lugar distinto, diferente y es donde las personas y Dios pueden encontrarse.

El Evangelio de Juan 2, 20 al 22 nos relata que el templo significa a Jesús resucitado. “Destruyan ese templo y en tres días lo reconstruiré”, así recuerdan los discípulos las palabras de Jesús. Es el lugar de la Nueva Vida de los renacidos por el bautismo, hijos de Dios e incorporados a la Iglesia.

Al ingresar en el templo, nos incorporamos a Jesús, nos integramos. Somos partícipes de su Cuerpo y su Sangre. Y cuanto más al compartir la Celebración Eucarística y comulgar. Así rezamos al Padre Eterno, antes de comulgar, “Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo” (Plegaria Eucarística II).

El templo es el lugar de la comunidad cristiana para encontrarse con la Santa Trinidad. Lugar santo para reconocernos resucitados en Jesucristo. Lugar para recibir a Jesús en la santa comunión Eucarística. Lugar alto, montaña santa que reúne para compartir el Pan de la Vida y el Vino de la Fraternidad. Lugar de oración, de adoración eucarística y de fiesta. Lugar de libertad y de promoción del hombre.

Del templo salimos para compartir la fe, la vida modelada por la Eucaristía, que es su fuente y centro de toda acción. El templo es la Casa del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que nos reúnen, se donan y envían a compartir y repartir el Pan del Evangelio.

  • Pregunta, ¿Quién puede habitar en la Comunidad Cristiana?

¿El Altar es Jesucristo?

¿Qué significa el altar? “El altar es el símbolo de Cristo mismo, presente como víctima sacrificial (altar-sacrificio de la Cruz), y como alimento celestial que se nos da a nosotros (altar-mesa eucarística)[28]”. Es la roca del sacrificio y es la mesa de la comida.

El Gólgota es la roca del sacrificio, allí Jesús fue crucificado y murió. Él mismo recitó un pasaje bíblico para decir que era la roca angular[29]. El altar es de piedra; y si es de otro material, se coloca un ara, una pequeña piedra consagrada, en lo posible con algunas reliquias de santos. Esto significa que el altar es la roca donde se ofrece el sacrificio.

Los antiguos Padres de la Iglesia, meditando la Palabra de Dios, no dudaron en afirmar que Cristo fue el sacerdote, la víctima y el altar de su propio sacrificio. El altar cristiano es, por su misma naturaleza, la mesa peculiar del sacrificio y del banquete pascual: ara peculiar donde se perpetúa sacramentalmente el sacrificio de la cruz, hasta que Cristo vuelva; mesa junto a la cual se reúnen los hijos de la Iglesia para adorar y dar gracias a Dios y recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo[30].

Entonces, sobre el Altar ofrecemos nuestra vida, en Cristo. Nuestros sacrificios, oraciones, etc. tienen valor al estar unidas al Señor Jesús, que se ofrece al Padre. Nuestras ofrendas son fecundas cuando las realizamos desde Cristo, por Él, con Él y en Él. Jesucristo es el Altar.

  • Dice el Salmo 43, 4 “Y llegaré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida”, pregunta: ¿Cómo reconozco que Dios causa alegría en la vida?

 

¿Dónde está presente el Señor?

“Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Romanos 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (ver, LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre” (Mateo 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mateo 25,31-46), en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas” (SC 7)[31].

Estas palabras indican algunas de las presencias de Dios en la liturgia, en la sociedad, en los sacramentos, la Eucaristía. Señalemos algunos signos visibles de estas presencias[32].

Jesucristo está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, “ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz”, sea sobre todo bajo las especies eucarísticas.

Los cristianos están reunidos con otras personas en el templo. El Señor está presente cuando la Iglesia suplica y canta salmos; él mismo prometió: “Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mateo 18, 20). Al comenzar la Celebración de la Eucaristía, el celebrante saluda, “El Señor esté con Ustedes”, para señalar la presencia del Señor Jesús en esa comunidad.

El Ambón, es el espacio del Leccionario Litúrgico. Es parte complementaria del Altar y la Sede. Desde aquí se proclama la Pascua del Señor, se anuncia que Jesucristo padeció, murió y ahora está vivo entre los cristianos. Al ver el ambón lo podemos oír, es “capaz de hacer resonar la Palabra, incluso cuando no hay nadie que la proclame”[33].

“Está presente en su Palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla”. De la Biblia se toman las lecturas de la Palabra de Dios, que hacen recordar a los fieles la presencia de Dios, que habla a su Pueblo. Los libros mismos[34], que son signos y símbolos de las realidades del cielo en la acción litúrgica, son dignos, decorosos y bellos[35].

Está presente “sobre todo bajo las especies eucarísticas” y los fieles cristianos debidamente preparados se acercan al banquete Pascual y según el mandato del Señor, reciben su Cuerpo y su Sangre como alimento espiritual[36]. Ese acto comunicativo de comer y beber está precedido de la oración del Padrenuestro, el gesto ritual optativo de la paz y la fracción realizada por el mismo Jesucristo.

El Señor está presente en el signo del silencio que se vive durante la Celebración Eucarística. Allí es “privilegiado siempre el silencio, para escuchar interiormente al Señor, vivo y presente en el Sacramento”[37]. Además, existen diversos silencios con significados y funciones según el lugar que ocupa en la Misa, por ejemplo:[38]

a-  Antes de la celebración guardar un respetuoso silencio en la Iglesia, en la sacristía, para que todos, incluido el sacerdote y ministros, puedan prepararse a la celebración devota y religiosamente;

b- En el acto penitencial y después de cada invitación a orar, todos se recogen interiormente;

c- Con la invitación “oremos”, el sacerdote insta al pueblo a recogerse con él en un momento de silencio, con el fin de tomar conciencia de estar en presencia de Dios y hacer emerger, a cada uno en su corazón, las intenciones personales con las que participa en la misa;

d- Después de la lectura y de la homilía, meditan brevemente lo escuchado;

e- Después de la Comunión Eucarística, alaban a Dios en su corazón.

“El silencio, hace parte de cada ritual que el ser humano emprende, es el aire que materializa la importancia de los actos que se sacralizan. El silencio es la luz que permite alumbrar con su ausencia el valor simbólico de cada acto, palabra, gesto y sonido”[39].

  • Pregunta: ¿Qué signo de la Misa te ayuda a reconocer la presencia del Señor?

¿Qué significa la imagen del Cordero de Dios?

“A decir verdad, en el Decálogo Dios había prohibido hacer imágenes de Él, pero esto fue por las tentaciones de idolatría a las que el creyente podía estar expuesto en un contexto de paganismo.

Sin embargo, desde que Dios se hizo visible en Cristo mediante la encarnación, es legítimo reproducir el rostro de Cristo. Las imágenes santas nos enseñan a ver a Dios en la figuración del rostro de Cristo. Por consiguiente, después de la encarnación del Hijo de Dios resulta posible ver a Dios en las imágenes de Cristo y también en el rostro de los santos, en el rostro de todos los hombres en los que resplandece la santidad de Dios”[40].

En los templos e iglesias encontramos imágenes de santos y santas, el sentido del “culto cristiano de las imágenes es algo que dice relación a otra realidad. La imagen no se venera por ella misma, sino por lo que representa. El honor que se les tributa se refiere a las personas que representan”[41]. Aquí mencionamos sólo al Cordero de Dios.

En sus palabras Benedicto XVI, nos explica el significado del Cordero de Dios. “Ha sido inmolado Cristo, nuestra Pascua” (1 Corintios 5, 7). El símbolo central de la historia de la salvación - el cordero pascual - se identifica aquí con Jesús, llamado precisamente “nuestra Pascua”.

La Pascua judía, memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto, prescribía el rito de la inmolación del cordero, un cordero por familia, según la ley mosaica. En su pasión y muerte, Jesús se revela como el Cordero de Dios “inmolado” en la cruz para quitar los pecados del mundo; fue muerto justamente en la hora en que se acostumbraba a inmolar los corderos en el Templo de Jerusalén.

El sentido de este sacrificio suyo, lo había anticipado Él mismo durante la Última Cena, poniéndose en el lugar -bajo las especies del pan y el vino- de los elementos rituales de la cena de la Pascua. Así, podemos decir que Jesús, realmente, ha llevado a cumplimiento la tradición de la antigua Pascua y la ha transformado en su Pascua[42].

La imagen simbólica del Cordero de Dios puede verse en muchos  templos, cerca del Sagrario o junto a él, donde se reservan las Hostias Consagradas. Al verla nos recuerda sus varias funciones, algunos ejemplos:

- En la Celebración Eucarística, al partir el Pan Consagrado, en oración se repite y pide la paz, “Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz”.

- En la presentación que hace Juan el Bautista (Juan 1, 29) y repetidas en la Celebración Eucarística, “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”.

- Recuerda la Iglesia orante, que adora al Señor, allí están los Ángeles, los Seres Vivientes, los Ancianos y el Nuevo Pueblo de Dios y confiesa: “El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5, 11-12).

- La Sangre de la Alianza con el Señor. “…el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y Eterna…”. Anticipado en las bodas de Caná (Juan 2, 11). “Con este «signo», Jesús se revela como el Esposo mesiánico que vino a sellar con su pueblo la nueva y eterna Alianza (Isaías 62, 5). Y el vino es símbolo de esta alegría del amor; pero hace referencia a la sangre, que Jesús derramará al final, para sellar su pacto nupcial con la humanidad”[43].

  • Pregunta: ¿Cómo me ayudan las imágenes para encontrarme con Dios?

4. Resonando

La voz, la comunicación a viva voz produce resonancia, eco. La catequesis es instruir a viva voz la vida y el mensaje de Jesús. Necesariamente dejamos abierto este tema de los signos comunicativos en la Celebración Eucarística, porque se pueden indicar muchos más. Ya lo dice el Evangelio de Juan, Jesús realizó muchos otros signos y estos han sido escritos para que crean en Jesús y tener Vida en su Nombre.

El límite del trabajo sólo permite señalar algunos signos, símbolos y códigos. Estos, aquí indicados, nos ayudarán a descubrir muchos más. Lo esencial es que nos ayuden a crecer en Jesucristo.

Recordemos el encuentro de Jesús resucitado con Tomás. Aquel acontecimiento evangelizador nos dice que la fe cristiana y eucarística entra por los oídos, por lo que vemos y palpamos.

Los signos, símbolos y códigos son sensibles, y alabemos al Señor que nos dio los sentidos y poder utilizar esos elementos para llegar a Él.

 

 

Bibliografía

  • Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, 22 de Febrero de 2007.
  • Benedicto XVI, Audiencia General, las fechas son indicadas a pie de página.
  • Bravo, Arturo, El estilo pedagógico de Jesús: las preguntas, REXE. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, núm. 12, 2007, pp. 123-128. Universidad Católica de la Santísima Concepción. Concepción, Chile.
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  • Sacra Congregatio pro Sacramentis et Cultu Divino, Ordo dedicationis ecclesiae et altaris (1977) [Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, Ritual de la Dedicación de Iglesias y Altares, 1977].

 

[1] Ver, Léon-Dufour, Xavier, Vocabulario de teología bíblica (Visto: 12 octubre 2002), https://hjg.com.ar/vocbib/art/mana.html

[2] Ver, Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes n.10.

[3] Santo Padre Francisco, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017.

[4] Bravo, Arturo, El estilo pedagógico de Jesús: las preguntas, REXE. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile, núm. 12, 2007, p. 128.

[5] Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], Compendio, Introducción, 2005.

[6] Catecismo de la Iglesia Católica [CIC], n. 1145.

[7] Ver, https://www.vatican.va/news_services/liturgy/details/ns_lit_doc_20120404_come-celebrare_sp.html. Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, ¿Cómo celebrar? / 1: Signos y símbolos, palabras y acciones (CIC 1145-1155) (Visto 19 de junio de 2022).

[8] Duigou, Daniel, Los Signos de Jesús en el Evangelio de Juan, Desclée de Brouwer, Bilbao – 2009, p. 15.

[9] CIC, Compendio, n. 237.

[10] Cardenal Medina Estévez, Jorge, La participación en la Santa Liturgia, en (Revista de la Pontificia Universidad Católica de Chile) Humanitas 34, Otoño 2004, Año IX, (Visto: 14 de febrero de 2019).

[11] CIC, n. 1145.

[12] Lameri, Angelo, Segni e simboli riti e misteri, Dimensione comunicativa della liturgia, Paoline, Milano, 2012, pp. 64 y sigs.

[13] Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 18 de noviembre de 1965, n. 2.

[14] Ver, Francisco, Desiderio Desideravi, n. 13.

[15] CELAM, III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe [Puebla] (1979), Bogotá, 2004, 1086.

[16] Ver, Conferenza Episcopale Italiana, Comunicazione e missione. Direttorio sulla comunicazione sociali nella missione della Chiesa, LEV, 2004, n. 60.

[17] CNBB -99- Diretório de Comunicação da Igreja no Brasil, n. 81.

[18] Guardini, Romano, Los Signos Sagrados, pp. 49-59.

[19] Conferenza Episcopale Italiana, Benedizione degli Oli e Dedicazione della Chiesa e dell'Altare. LEV, 1980, Premesse, p.12.

[20] Ver, Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, Ritual de la Dedicación de Iglesias y Altares, 1977, cap. II, nn. 1-2. (En Argentina, la Conferencia Episcopal publicó un Pontifical Romano I, Buenos Aires, 8 de febrero de 1978. En este volumen, se encuentran partes del texto del Ritual mencionado).

[21] Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, 22 de Febrero de 2007, n. 52.

[22] Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, 22 de Febrero de 2007, n. 55.

[23] Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, n. 55.

[24] Francisco, Desiderio Desideravi, n. 25.

[25] Benedicto XVI, Homilía, 22 de marzo de 2008, Vigilia Pascual.

[26] Instrucción General del Misal Romano, n. 50.

[27] Ver, Lameri, Angelo, Segni e simboli, p. 78 y 81s.

[28] CIC, Compendio, n. 288.

[29] Ver, Isaías 28, 16; Marcos 12, 10; Hebreos 7, 26-27.

[30] Ver, CEA, Ritual de la Dedicación de Iglesias y Altares, Naturaleza y dignidad de las iglesias.

[31] CIC, n. 1373.

[32] Ver, SC. n. 7: Presencia de Cristo en la Liturgia.

[33] Cei, Progettazione di nuove chiese, n° 9.

[34] Interesante que el Concilio Vaticano II abre la puerta al ingenio humano “La Iglesia procuró con especial interés que los objetos sagrados sirvieran al esplendor del culto con dignidad y belleza, aceptando los cambios de materia, forma y ornato que el progreso de la técnica introdujo con el correr del tiempo”, SC 122. ¿Cómo será en el futuro el formato del Leccionario Litúrgico o el Misal?

[35] Ver, Ordenación de las Lecturas de la Misa, Prenotandos, n. 35.

[36] Ver, Instrucción General del Misal Romano, n. 80-89.

[37] Benedicto XVI, Homilía, 7 de junio de 2012.

[38] Ver, Instrucción General del Misal Romano, nn. 45.54. Francisco, Audiencia General, 10 de enero de 2018.

[39] Aguilar Infante, Jenny Elisabeth, La función comunicativa del silencio dentro del ritual católico. PUJ, Bogotá, 2012, p. 13.

[40] Benedicto XVI, Audiencia General, 29 de abril de 2009; y 16 de enero de 2013. Ver, CIC, nn. 2129-2132.

[41] Congregación para el Culto Divino, Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, Principios y Orientaciones, BAC, Madrid, 2002, n. 241.

[42] Benedicto XVI, Homilía, Domingo de Pascua, 12 de abril de 2009.

[43] Benedicto XVI, Ángelus, Domingo 20 de enero de 2013.

Modificado por última vez en Viernes, 16 Junio 2023 08:26