Viernes, 23 Junio 2023 13:46

10. La dimensión teológica de la Eucaristía en la perspectiva eymardiana desde el “Don de Sí”

Por: P. Elibien Joseph, sss. 
Comunidad de Lima- Perú.

20/7/2022.

 

La Eucaristía en sus múltiples dimensiones, constituye una fuente inagotable en la que se nutre la Iglesia universal; es el tesoro por excelencia de la vida espiritual y de fe, para el pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II abordó, discutió, reflexionó y profundizó en el Misterio de la Eucaristía para definirla dogmáticamente: ‹‹la Eucaristía es fuente y culmen de la Iglesia y de toda la vida cristiana››[1]. Este acontecimiento renovador es leído, interpretado y comprendido como el soplo del Espíritu Santo para evidenciar la relación de la Iglesia on el mundo, desde la misión evangelizadora que apunta a la salvación integral del hombre. Se trata de una óptica para comprender integralmente la propuesta Eucarística del Padre Eymard[2]; fundador de las congregaciones de los religiosos, las Siervas y de la Agregación del Santísimo Sacramento, cuyo ideal es ‹‹vivir plenamente el misterio de la Eucaristía››[3].

Este artículo pretende hacer una reflexión acerca de la dimensión teológica de la Eucaristía en la perspectiva Eymardiana como una propuesta catequética, espiritual y pastoral desde la Eucaristía estructurada en: 1. Una contextualización del Don de Sí con base en Absque Sui proprio[4]; 2. La Experiencia mística del P. Eymard desde la profundización en la Eucaristía; 3. Una visión integral de la Eucaristía a la luz del Concilio Vaticano II.

Palabras Claves: Eucaristía, teología, Don de Sí, Padre Eymard, Concilio Vaticano II 

 

I. Una contextualización del Don de Sí con base en Absque Sui proprio

El concepto “Don de Sí” entendido teológica, eclesiológica y espiritualmente a la luz del P. Eymard tiene su origen, medio y fin en la Eucaristía[5]. 1°) Origen: la Última Cena es un acontecimiento salvífico para las personas eucarísticas que buscan profundizar en la revelación divina. “Tomen y coman-Hagan esto en memoria mía”. Ahí se vislumbra el mandato eucarístico de Jesús, cuando Él se hizo Don de Sí para la salvación de todos, es decir, los que reciben la gracia de permanecer en la comunión con Dios; 2°) Medio: la Eucaristía entendida no sólo como memorial, sino también, la actualización de la Última Cena es un medio para la redención (dimensión escatológica); 3°) Fin: en la Eucaristía se contempla la misión universal de la Iglesia reafirmando el compromiso bautismal de vivir unidos y configurados con el Señor. Pues en la Eucaristía se descubre la plenitud de la Revelación de Dios. Por lo tanto, la Última Cena evidencia la acción profética sobre el pan y la misión redentora de Señor (Mt 26, 28-29; Mc 14, 24-25; Lc 22, 20-21; 1Cor 11, 25c).

 

1. Acercamiento a la Teología y Espiritualidad del S. XIX

El hecho de que San Pedro Julián Eymard nació, creció y vivió en el S. XIX bebió de la Escuela Francesa de Espiritualidad basada en la complejidad después de la revolución francesa caracterizada por el devocionalismo religioso con énfasis principalmente en la Eucaristía.

Esta visión teológica remite al Concilio de Trento con sus enseñanzas sobre los sacramentos, especialmente la Eucaristía, centrada en la presencia real de Jesús. Esta propuesta se instauró en la Edad Media para responder a las controvertidas posturas de la Reforma Protestante. Se trata de una clara y detallada explicación basada en la doctrina católica de cómo ocurre esa presencia real de Jesús en la Eucaristía:

El Santo Sínodo del Concilio de Trento enseña y profesa abierta y sencillamente que, en el sublime sacramento de la Eucaristía, después de la consagración del Pan y del Vino, está contenido verdadera, real y presencialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, sustancialmente bajo la apariencia de las cosas sensibles, es decir, de su Cristo, Sangre, alma y divinidad, y que esta presencia se efectúa por aquel admirable y singular cambio de toda la sustancia del Pan en el Cuerpo y de toda la sustancia del Vino en la Sangre, permaneciendo bajo las especies de pan y vino[6].

La Eucaristía implica aterrizar a la vida de Jesús, desde su revelación, sus vivencias, sus prácticas, sus experiencias humanas y divinas; para una Iglesia en comunión y armónica desde la postura conciliar. Es el Misterio que abarca todas las dimensiones de la fe. El Don de Sí es la expresión de la entrega total de Jesús en la Eucaristía. Por ello, se hace necesario fundamentar, profundizar y aterrizar en la vida de Jesús espiritual y teológicamente; Él se hace pan de vida en el Sacramento de la Eucaristía, Don de Sí. Es decir, se entregó totalmente, “todo sin guardar nada para Sí” (Jn 6, 56-57).

 

1.1 - Breve síntesis histórica de la fórmula de “Absque Sui Propio” 

a. Absque sui proprio en la Escuela de la espiritualidad francesa

Absque Sui Proprio (Nada de Sí Proprio) es una fórmula de la Escuela francesa de la espiritualidad basada en la búsqueda personal de la santidad. Esto refiere a la principal influencia devocional dentro de la Iglesia Católica desde el siglo XVII hasta el siglo XX, no sólo en Francia, sino también en la mayor parte del mundo. Se trata de un desarrollo de la Reforma Católica enfocada en la vida mística.

En esta perspectiva, el S. XIX ha sido caracterizado por una sensibilidad teológica típica de controversia religiosa y sobre todo devoción eucarística. Los fieles católicos beben de esta fuente con mayor énfasis en la vida espiritual forjada en el espíritu devocional, en virtud del sacrificio de Cristo. Las congregaciones de índoles diversas surgidas en el transcurso de esa época se adaptaban a este Espíritu propio de la era cristiana referida.

En esta aventura, el Don de Sí viene a ser una forma de asumir la formula Absque Sui Proprio ligada a la teología del momento y la propuesta de la Espiritualidad rigorista, cuyo centro es la devoción diversa y sobre todo hacia la Santísima Eucaristía desde la adoración y otras prácticas religiosas.

 

b. Absque sui proprio en el contexto del P. Eymard[7]:

Absque Sui Proprio, en relación con la perspectiva anterior, podría ser interpretado como una fórmula de la constitución natural de la vida. Abarca no sólo el campo espiritual, sino también, la existencia misma y desde la búsqueda de sentido a la vida. En esta óptica, la referida fórmula estaba incluida también en el campo de la filosofía. De hecho, un gran filósofo y amigo del fundador: Blanc de Saint Bonnet afirmó en su libro que leyó el P. Eymard en 1850: “La santidad no es más que el don de la personalidad humana”[8].

El Don de Sí es una adaptación a la referida fórmula, para que San Pedro Julián pudiera llegar a la cumbre de su vida espiritual, al emitir el Voto de la Personalidad como conclusión del Retiro de Roma. Él ha formulado su espiritualidad en torno a esta idea central fundamentada en una vida forjada y modelada por la Eucaristía. Yo vivo, pero no soy yo como persona, es Cristo quien vive en mí (Gl 2, 20). Pues el Don de Sí, cultivado y vivido ampliamente por P. Eymard como sacerdote, predicador y fundador, encuentra su fundamento en el bautismo y en la Palabra de Dios.

Hoy en día, el Don de Sí podría ser una comprensión ligada al llamado que Dios ha hecho al hombre en virtud del bautismo desde la configuración con el Señor Jesucristo y la incorporación en el Misterio de la Trinidad, ya que la finalidad del llamado bautismal es la santidad como meta última de la vida cristiana.

  

1.2 - Don de Sí y Palabra de Dios

La Eucaristía integrada por dos partes esenciales, las cuales forman-, un solo culto, abarca más de dos siglos en la historia del cristianismo. Pues la Palabra es la primera fuente de la Revelación divina.

El plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas[9].

El Retiro de Roma, como acontecimiento decisivo del P. Eymard, buscó concretar el proyecto del “Cenáculo de Jerusalén” y fue un tiempo oportuno para profundizar en la Palabra, misterio de Dios encarnado en la realidad humana y en la vida del cristiano, incorporado en la Iglesia, para vivir como Cristo. He ahí el redescubrimiento de una fuente nutritiva para permanecer en el amor y buscar la plena voluntad divina. Llegó a una comprensión profunda de lo que es la Palabra de Dios y de lo que ésta quiere operar en nosotros. Él habla de la Palabra Interior que habita en nosotros.

  

1.3 - Don de Sí y Eucaristía

Una perspectiva cronológica ilumina la relación entre Eucaristía y Don de Sí, a partir de 1850, cuando la Eucaristía ocupa el lugar central en la vida y en las actividades del Padre Eymard. ‹‹La Eucaristía es el Sacramento central de la vida cristiana, el gran misterio del Señor en la Iglesia. Por eso desde los comienzos se han dedicado a celebrarla, vivirla y reflexionar teológica y espiritualmente sobre la misma››[10]. Algunos interrogantes nos pueden ayudar: ¿Cómo la Iglesia de hoy debe expresar la vida eucarística? ¿Qué desafíos debemos enfrentar a la luz de la Eucaristía? ¿Cuáles son sus consecuencias en la vida de fe de las personas?

A lo largo de la historia, la Eucaristía ha sido estudiada minuciosamente. Se insistía más recientemente en la perspectiva conciliar sobre las dimensiones que acataban: la presencia real, el sacrificio y la comunión… 

1°) Ya se insinuaba la polémica de la doctrina de la transubstanciación basada en la presencia real del Señor, concebida como una presencia estática, enfocada en las enseñanzas del concilio de Trento en virtud de la adoración (Hostia Consagrada, custodia, Consagración, Reserva, víctima santa y sin mancha).

2°) Una fuerte concepción comunitaria de la Eucaristía: todo lo referido a los desafíos en torno al banquete, un canto eucarístico lo expresa claramente: bendigamos al Señor que nos une en caridad y nos nutre con su amor para vivir fraternal, caritativa y solidariamente.

3°) Una concepción de justicia y de igualdad social a la luz de la Eucaristía: la Eucaristía entendida como signo de comunión y de unidad remite a la realidad social del hombre de cada época histórica que se convierte en hacer de la Eucaristía vida, en la realidad de los seres humanos, para que haya equidad y justicia social.[11]

San Pedro Julián Eymard es una figura referencial del S. XIX en torno al apostolado de la Eucaristía; dejó huellas en la historia y el cristianismo de esta época con una lectura prospectiva y significativa para la teología y la eclesiología del Concilio Vaticano II y del nuevo milenio en torno al misterio de la Eucaristía; sin la cual la Iglesia carecería de su esencia.

La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra, en síntesis, el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo[12] (Mt 28, 20).

Siendo la Eucaristía el sacramento del amor por excelencia, la vida cristiana debe ser el reflejo de ese mismo amor, desde la visión del San Pedro Julián Eymard, que la descubre progresivamente como la máxima expresión del amor de Dios que se entregó por y para nosotros. Siente el deseo intenso de responder a ello por el “Don de Sí Mismo”, fundamentado en el voto explícito de su personalidad, expresando una vida de unión total y de fusión con Dios.

Las consecuencias de la Eucaristía requieren una mirada profunda y contemplativa de la vida de Jesús. La Eucaristía evidencia la plenitud de la salvación. El pan y Vino se convierten en Pan y Vino del Reino, pan vivo y vid verdadera, alimento de salvación (Jn 6, 51-56; 1cor 11, 17-25). La Eucaristía transmite toda una simbología de vida; es compartir todos de un mismo pan y de un mismo vino en la presencia del Señor, como anticipo del reino contemplando en la misma perspectiva de: “el ya -y el todavía no del reino”. Esto es la dimensión memorial y escatológica de la Eucaristía.

 

II. La Experiencia mística del P. Eymard desde la profundización en la Eucaristía 

2. Breve aproximación a la mística

El hombre es una realidad enigmática con todas sus potencias, formas y dimensiones. Un ser perplejo en la búsqueda constante del sentido de la vida. En esta pluridimensionalidad, muchos han recorrido un sinnúmero de senderos para descubrir el sentido. Tal fue el caso de los místicos que han hecho una lectura contemplativa desde la dimensión espiritual, ascética y mística en relación con el misterio de Dios. De ahí que la mística es una experiencia interpelativa y contemplativa en perspectiva divina, con el fin de encontrar sentido a la existencia.

Entre los grandes místicos que marcaron la historia del cristianismo y de la espiritualidad durante los últimos siglos, enumeramos a Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Charles de Foucault entre otros. Estas referencias aluden al misterio de Dios revelado en la vida humana, como un artista que estampa su firma en una obra desde las profundidades íntimas y últimas del ser humano.

El P. Eymard realizó una peregrinación cristiana, espiritual y ministerial desde una perspectiva resignificativa de la vida que podemos denominar: una mística de la Eucaristía. La dimensión de la mística emerge del Misterio que está dirigido al hombre. Esto lo experimentó en su vocación eucarística con todos los desafíos y retos (1 Jn 4, 7-16).

¡Criatura singular, llevado reflejado en sus lagos interiores el rostro de Dios! Y por esta impronta eterna somos inevitablemente buscadores instintivos del Infinito; caminantes que, en un movimiento de retorno, navegamos ríos arriba en busca de la Fuente Primordial[13].

Profundizar en las fuentes de la gracia de Dios fue la característica fundamental del Santo referido, a través de la analogía hecha entre la “Encarnación de Jesús y el Don de Sí”. Comprendiendo la encarnación, no estrictamente en el momento de la concepción del Señor, sino una realidad que engloba todo el recorrido vital, misionero y evangelizador del Salvador, o sea, toda la vida culminada en la Pascua de la Resurrección.

 

2.1 - Eucaristía y Mística de vida

La Eucaristía es presencia sacramental, redentora y santificadora de Jesús en la vida de fe y de la Iglesia. El centro es Cristo que se reveló y se sigue revelando en la humanidad en el aquí y el ahora. Así la Eucaristía es la síntesis de toda la historia de la Salvación en la que se manifiesta la huella de Dios y todo cuanto existe. Cada celebración de la Eucaristía brinda al cristiano una oportunidad enorme para hacer un camino mistagógico desde el contacto, la relación y la intimidad con Dios.

Privilegiando la Eucaristía, los hijos de Dios encuentran un espacio concreto para un contacto de (tú a tú) mediante un encuentro orante y celebrativo, introduciéndose en el misterio. Este tesoro y patrimonio espiritual de los cristianos en virtud de la fe, el P. Eymard lo supo concretizar en la vida propia y la de los fieles del S. XIX. La Eucaristía se volvió mística de vida para permanecer -en, con y unidos a Cristo- desde la configuración con Jesús.

Vislumbramos algunas pistas para comprender la estrecha relación entre la Eucaristía y la mística, en tanto que, Dios se ha revelado en la Palabra[14] y la liturgia eucarística, empuja al cristiano a un intenso y profundo encuentro con el Señor; testimonio evidenciado en las múltiples experiencias y acontecimientos de fe que iluminan la vida cristiana.

La Eucaristía se tornó fuente para encontrar sentido a la vida cuando el cristiano toma consciencia, reconociendo su condición de hijos de Dios, en virtud del bautismo, de la consagración religiosa y del ministerio para una total configuración con Cristo. La vida de fe es nutrida primordialmente por los sacramentos, signos visibles de la gracia divina, entendidos como ‹‹fuerzas que brotan del cuerpo de Cristo››[15], particularmente la Eucaristía, fuente que ilumina, renueva y transforma la existencia. Este sacramento constituye el corazón de la Iglesia que nos empuja hacia una mística constante de vida.

El sentido de la vida se descubre a través del arte de degustar, discernir y ahondar el misterio, la mística de la vida en cuanto experiencia de vida de Dios que nos lleva a convertirnos en un verdadero hijo de Dios. Pues no hay otra manera de forjar una gran amistad divina, sino con una experiencia frecuente y profunda[16].

 

2.2 - Eucaristía y testimonio de fe

La Eucaristía es el vértice de la iniciación cristiana, como proceso dinámico con Jesús que nos hace discípulos suyos. Es la atención continua con la que el Señor nos llama a ser discípulos suyos; se inicia en el bautismo y se concreta en la Eucaristía para permanecer en el dinamismo del reino, contemplando a Dios que nos educa en su designio para hacernos partícipes de su misión: ‹‹Encuentra su punto culminante en la muerte y la resurrección que son memorizadas y actualizadas sacramentalmente en el banquete eucarístico. La Eucaristía es el cuerpo entregado por ustedes; la sangre de la alianza derramada por ustedes››[17].

Cada celebración de la Eucaristía es comprendida teológica y espiritualmente como un encuentro oportuno de la pedagogía de la fe. La Eucaristía transmite la experiencia de Dios en el quehacer cristiano, muestra el actuar de Dios en la Iglesia presente en el mundo. Esta realidad debe ser visible en cada comunidad de bautizados, que prolonga en la historia de los hombres la acción realizada por Jesús, desde la unión de los hombres entre sí y con Dios.

Concluyo esta segunda parte subrayando algunos aspectos fundamentales en torno a la vida eucarística, inspirado por uno de los pioneros en el apostolado de la Eucaristía del S. XIX, San Pedro Julián Eymard.

  1. Intimidad con Dios: es un camino de confianza y de encuentro con Dios. Dios es una realidad presente, viva y viviente; es necesario cultivar su amistad, acoger su presencia de múltiples formas: adoración, celebración, Palabra, escucha, acompañamiento, discernimiento y decisión…
  2. Asumir la Eucaristía en la vida cotidiana: ¡Que Dios no sea para mí, andamiaje de teorías para elaborar grandes discursos intelectuales desconectado de la vida! Que Él sea para mí: Padre, amigo, confidente, orientador, y consejero – “Ser pan partido para la vida del mundo en palabras, obras y testimonio”.
  3. Don de Sí: sintéticamente ser reflejo de Cristo eucarístico- desde el compartir de los múltiples dones espirituales, materiales, intelectuales buscando la edificación del mundo y construyendo diariamente, auténticas comunidades eucarísticas.
  4. Ser promotores de vida: Cultivar el don de la escucha desvinculándonos de toda actitud de juez, fiscal y legislador sólo para los demás; más bien, hay que serlo constantemente en la vida propia desde el diálogo con la propia consciencia; es decir, adoptar una actitud introspectiva de la vida. Promover la cultura del encuentro y vivir las virtudes de poder y cariño de Dios. Esta apertura a la gracia sirve para generar gozo de vivir y orientar el sentido de la vida.
  5. Eucaristía y repercusión en la vida: La Eucaristía como sacramento por excelencia de la liturgia debe tener repercusión en la vida desde relación con las maravillas del Señor en la creación. Esta fuente teológica, espiritual alude a la obra salvífica en el aquí y en el ahora para asumir los desafíos.

  

III. Visión integral de la Eucaristía a la luz del Concilio Vaticano II

La Eucaristía como centralidad de la fe engloba toda la propuesta de la salvación humana. Esto se fundamenta en una óptica eymardiana con relación a la perspectiva teológica y eclesial del Concilio Vaticano II.

 

3. Nuevo enfoque de la Eucaristía y Concilio Vaticano II 

El concilio Vaticano II destaca el papel central de la Eucaristía para sustentar la vida de fe. La Sagrada Escritura, la tradición y el magisterio constituyen un compendio para fundamentar esta amplia visión eucarística, con relación a la vida de la Iglesia presente en el mundo. Las propuestas teológicas, eclesiológicas y pastorales del Concilio, fundamentan el trato de la Eucaristía desde nuevas perspectivas, con énfasis especial, situando la Eucaristía en el centro de la Iglesia[18] como acción eclesial y litúrgica.

Sin duda alguna, la exhortación conciliar y posconciliar fue un Kairós para reflexionar la Eucaristía aterrizada en su esencia para la vida y la praxis cristiana. Estas directrices orientan a las congregaciones desde las pautas para promover y vivir la integralidad de la Eucaristía.

Mi contribución específica en este proyecto “Catecismo Eucarístico” situándome en la iniciativa de la Comisión Teológica Internacional de la Congregación del Santísimo Sacramento apunta a una orientación catequética y espiritual en torno a la Eucaristía basada en el siguiente triángulo de la Teología Antropológica.

 Articolo 10 Spagnolo 1

La Perspectiva triangular de la Eucaristía insinuada, sitúa a Dios como el ser supremo y dador de sentido al universo. La esencia de Dios es comunión con el hombre y el mundo. La Eucaristía evoca la integralidad de Dios en relación con todo cuanto existe. De ahí que ser cristiano es una manera de vivir eucarísticamente, asumiendo la pedagogía del amor en una relación tripartita: Dios, hombre y mundo.

Dios es “relación subsistente” en perspectiva trinitaria: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tan unidos que forman una unidad. El hombre es creado a imagen de Dios; es esencialmente relación con Dios y con el mundo. Permanece en una búsqueda de perfeccionamiento constante y progresiva con los demás. La Eucaristía genera esta comunión para construir un mundo, reflejo del modelo trinitario para perfeccionar la vida desde una óptica de relación entre Dios y la humanidad, basada en el amor, la fraternidad y la comunión. De hecho, la Eucaristía en la perspectiva Eymardiana es contemplada integralmente desde la misma relación tripartita: La Eucaristía Celebrada, adorada y vivida; enfocada en la categoría teológica “Signos de los tiempos” del Concilio Vaticano II.

Tal relación parte de la comensalidad, desvelada en la orden eucarística para eucaristizar la vida y el mundo en la dinámica vital y existencial del hombre. Él se hace “Don de Sí” herencia espiritual y teológica para humanizar el mundo desde el servicio a los demás.

 

3.1 - Teología Eucarística y Regla de vida del Congregación del Santísimo Sacramento

La Eucaristía teológicamente hablando, no es más que una orientación soteriológica asumida proféticamente. El P. Eymard llevó una vida interpelada, moldeada y transformada por el misterio de la Eucaristía para una contribución específica en la Iglesia y la Sociedad francesa del S. XIX y fundó la familia eymardiana para continuar esta labor.

El Concilio Vaticano II fue una iluminación para concretar más nuestra labor evangelizadora en virtud de la Eucaristía. Surgió la “Regla de Vida"[19], es decir, la “Carta Magna” de la Congregación del Santísimo, publicada en 1984 y que trae el patrimonio espiritual y carismático del fundador para resignificar y dinamizar la misión eucarística respondiendo a las exigencias de cada época histórica basado en los signos de los tiempos.

 

3.1.1 - Una vida forjada por la Eucaristía e intimidad con Dios

Dios es el centro de la vida de fe cuya integralidad se encuentra en la Eucaristía. Todas las virtudes del P. Eymard: apertura, disponibilidad, entrega, obediencia, sabiduría, gratitud, contemplación, servicio, refleja una vida continua de gracia. Para él la Eucaristía es una vida de trascendencia divina cuya experiencia personal y comunitaria es el encuentro con Dios desde las múltiples experiencias eucarísticas; la revelación de Dios, el dinamismo y la resignificación de la vida partiendo del encuentro con Dios que transforma y renueva.

Esta vida íntima ha sido iluminada por la Palabra, realidad mayor que ordena el universo. Lo demuestra San Pedro Julián Eymard en su contemplación honda y continua de la Eucaristía, que lo condujo a entrar y permanecer en una unión más profunda con Cristo y en una vida completamente transformada por Dios, el gran misterio del amor (Jn 1, 1-16; 2 Cor1, 3-5; Gl 2, 19-20). La Eucaristía abarcó todas las etapas de su vida, cuyo título “el apóstol eminente de la Eucaristía”, lo expresa, porque la Eucaristía celebrada, adorada y vivida sintetizó toda su trayectoria.

“Tu gracia admirable” es el título de un canto meditativo que nos ubica en la esencia del misterio contemplado integralmente en la Eucaristía. De Dios somos nacidos, renacidos, iluminados, transformados y redimidos para permanecer en la fuente del amor, llevar una vida de gracia es la orientación soteriológica, última finalidad de la vida. Todo es fruto de la Eucaristía- Una vida eucarística integralmente asumida como “principio, medio y fin”.

El “Don de Sí” es fruto de la vida eucarística fecunda llevada por el P. Eymard. “La mayor gracia de mi vida ha sido una fe viva en el Santísimo Sacramento”. Esta expresión ha sido reinterpretada dinámica y creativamente en la historia de la Congregación desde la integralidad eucarística. Esto es, la vida de unión con Dios, cuya finalidad es la salvación.

 

3.1.2 - La Eucaristía fuente para una Iglesia Sinodal: Comunión, participación y misión

Si la Eucaristía hace la Iglesia, todo acontecimiento eclesial pasa por un análisis de la Eucaristía. En una obra fenomenal y minuciosa, Carlo Martini nos ayuda a comprender la esencia de la Eucaristía en virtud de su dinamismo eclesial: “la Eucaristía hace la Iglesia mediante la celebración, la comunión, la consagración y la misión”[20].

Yo insinué inicialmente la Regla de Vida desde el “ideal religioso congregacional y religioso sacramentino, fundamentado en el Misterio de la Eucaristía” lo cual constituye el hilo conductor del artículo sobre la dimensión teológica de la Eucaristía. La óptica teológica conciliar lleva al alcance total de la Eucaristía.

 

3.1.3 - Comunión

La noción de comunión[21] hace parte de la esencia de la Iglesia referida a la propuesta del camino sinodal que vive la Iglesia actual. Pues la Eucaristía evoca ‹‹el signo de la alianza de Dios con los hombres››[22]. La comunión expresa la dimensión relacional del ser humano entre sí y con Dios concebida anteriormente en una perspectiva salvadora. En tal sentido, la comunión está enraizada en el amor y la unidad trinitaria desde la perspectiva del Sensus Fidei y en sintonía con la tradición viva de la Iglesia.

La perspectiva integral de la Eucaristía nos sitúa en un imperativo de comunión total que envuelve la vida humana como una realidad integral. De ahí, la importancia de la primera etapa del camino sinodal propuesta por el Papa Francisco; un itinerario de fe, de encuentro eclesial particular, universal y de humanidad, enfocado en las realidades existenciales del hombre: ‹‹Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias caracterizados por la diversidad cultural››[23]. La comunión es signo del reino de Dios evidenciado en las relaciones humanas, descubriendo la importancia de ella para construir una nueva humanidad en la óptica de las relaciones comunitarias en la Iglesia y en el mundo. Esta visión eucarística está bien plasmada en la Regla de vida.

Por medio de la alianza, la comunión con Dios alcanza su pleno desarrollo en una vida de unidad de solidaridad y de amor. Dios ha dado el primer paso hacia esta realidad nueva: se hace nuestro Dios y nos envía a su Hijo, Jesucristo, que ofrece su comunión a todos los hombres, especialmente a los pobres y a los marginalizados[24].

  

3.1.4 - Participación

La Eucaristía refleja nuestra salvación, nos ayuda a poner manos a la obra. Pues los sentimientos y la contribución de todos son necesarios en el camino preparativo sinodal. La escena de la Última Cena refleja la perspectiva participativa de una Iglesia sinodal que emerge en una representación comunitaria entre: Jesús, los 12 discípulos e incluidos todos nosotros en virtud de la Eucaristía. El cenáculo se vuelve lugar de revelación de Dios, en el que participan todos, porque han recibido la orden del Señor para que el Evangelio sea anunciado a todas las generaciones hasta el fin del mundo (Mt 26, 26-30; Mc 14, 22-25; Lc 22, 14-21; Jn 13, 1-15). La Participación evoca el llamado universal a todos los fieles para servirse recíprocamente desde la diversidad de dones y carismas. La Iglesia sinodal reafirma el llamado a caminar juntos desde la oración, la escucha, el diálogo y el discernimiento para tomar las decisiones pastorales.

La relación tripartita insinúa la acción de Dios históricamente, siempre en relación con el hombre y el mundo. Son múltiples los signos de hoy, los cuales, implican la participación de todos en el sínodo: el éxodo de los migrantes, la tergiversación y decadencia de la política, la desigualdad social, la crisis interfamiliar, la violencia de índoles diversas, la guerra, entre otras. Si la misión universal de la Iglesia brota de la Eucaristía, los cristianos tienen el gran reto de brindar su contribución desde la riqueza espiritual y eucarística desprendida del Espíritu de Cristo y de los valores evangélicos.

 

3.1.5 - Misión

La misión de la Iglesia es promover la salvación integral del ser humano, tarea iniciada por el Señor Jesucristo, continuada por los primeros discípulos y vigente hoy. La familia humana debe contribuir en esta misión en virtud de la dimensión profética del bautismo y de la Eucaristía integral para ser signos visibles de la presencia divina en el mundo (Mt 28, 19-20).

El proceso sinodal evoca primordialmente la dimensión misionera de la Iglesia desde su objetivo primordial de testimoniar la Buena Noticia de Cristo, acogiendo la propuesta del Papa Francisco para llegar a las distintas periferias existenciales desde la perspectiva social, política, económica, cultural entre otras.

La Eucaristía sintetiza la misión de la Iglesia comenzando por la Celebración para aterrizar las virtudes teológicas fe, esperanza y caridad. El Espíritu Santo protagoniza la Iglesia y nos exhorta a través de Francisco, refiriéndonos a la Misión de la Iglesia. La “escucha y el acompañamiento” son dos aspectos centrales en el itinerario sinodal. ‹‹El Espíritu ilumina las profundidades siempre nuevas de su Revelación e inspira las decisiones necesarias para sostener el camino de la Iglesia››[25] en perspectiva de diálogo para ver, discernir y actuar frente a los desafíos del pueblo de Dios.

Cada celebración de la Eucaristía es una ocasión propicia para comprometernos en la misión, apostarnos a “un renovado anuncio del Evangelio, una nueva fraternidad social y religiosa, una esperanza que se construya día a día para mirar al futuro con alegría”[26].

 

3.2 - La Eucaristía a la luz de la pertinencia Teológico-Pastoral en la Iglesia

Los desafíos apuntan a la visión integral de la Eucaristía desde la repercusión que la misma debe detener en la vida de fe. Si Dios es esencialmente relacional y dinámico, la Eucaristía lo evidencia en unos fundamentos teológicos y doctrinales; urge expresar este dinamismo eucarístico en la Iglesia basado en la praxis de los cristianos a partir de algunas pistas:

  1. Un arte de vivir: La vida de Jesús ha sido marcada primordialmente por un binomio eucarístico “dichos-hechos”. Lo mismo fue realizado en la Última Cena para evidenciar todas las actividades ministeriales y pastorales de Jesús en la búsqueda de la restauración de la vida. Tomen y coman- Tomen y beban. Hagan esto en memoria mía (Mt 26, 26-29; 1cor 11, 23-25; 1 Co 15, 3-5.8) La Eucaristía se tornó un arte de vivir. La tarea fundamental para la Iglesia y específicamente la familia Eymardiana hoy, consiste en preguntarse: ¿Cómo hacer de la Eucaristía integral un arte de vivir?
  1. Ser presencia: Testimonio de vida y dimensión profética en el mundo de hoy. Ser luz en el dinamismo de la pastoral. Esto implica que nuestra presencia debe inspirar un modo de ser y de vivir para los demás (Jn 8, 12-18). Esta consideración alude a dos aspectos de la propuesta del Papa Francisco. Por un lado, la exhortación a la Iglesia de ir a las periferias existenciales; y por otro lado, la interpelación a la escucha como etapa esencial del camino sinodal. Esta es la dimensión vivencial de la Eucaristía.
  1. Cultura del encuentro: La visión integral de la Eucaristía se expresa primordialmente en un Dios que hace comunión a lo largo de la historia. Dios de la alianza desde la concepción teológica de Israel y evidenciada en el Nuevo Testamento en la opción de Cristo. Una iniciativa ideal para promover esta cultura se fundamenta en la pedagogía del amor eucarístico; enfocado en las comunidades parroquiales, diocesanas y otros movimientos sociales y eclesiales, promoviendo una espiritualidad de comunión. Esto implica una autentica pedagogía de la oración; una renovada, persuasiva y eficaz catequesis desde la escucha. La cultura del encuentro debe ser asumida como “la inculturación de la fe y el quehacer teológico a la luz de la Eucaristía”.
  1. Actitud constante de conversión: Toda la doctrina cristiana brota los misterios de la fe Pasión-Muerte-Resurrección, reconciliando al hombre con Dios, evidenciado en la Eucaristía; fuente que evoca la metanoia- transformación radical de la vida. Se Trata de una interpelación a adoptar una actitud frecuente de conversión, testimonio y compromiso para hacer de la fe un estilo de vida. Así pues, la Eucaristía transforma, renueva e ilumina la vida social y eclesial (Hch 13, 36-39; Rm 3, 21-26). 
  1. Humanismo cristiano: La Eucaristía es comprendida como un “Todo” en cuanto que es Celebración, contemplación y praxis. Los congresos eucarísticos internacionales apuntan al dinamismo y la integralidad del misterio central de la fe. Pues la perspectiva humanista de la Eucaristía la sintetiza Jesús cuando partió y repartió el pan con los pobres y marginados. De ahí la desigualdad social, la injusticia, la violencia, el éxodo de la migración y la violencia de género, la pobreza extrema. Todo ello debe iluminar la acción pastoral y evangelizadora basada en los verbos de acción usados por Jesús al instituir la Eucaristía: bendecir, agradecer, partir y distribuir (Sl 78; Mc 6, 34- 44; Jn 6, 3- 13).
  1. Promotor del ecumenismo: La Eucaristía es el motor que mueve la vida social y eclesial. Hay que trabajar para redescubrir la Eucaristía en los gestos de Jesús, que inspiran la vida cotidiana, en el quehacer cristiano. Por ende, el diálogo ecuménico desde la perspectiva de la salvación, en tanto que, Dios se entrega completamente, se hace Don de Sí, para todos, no exclusivamente para los católicos, sino todos los que buscan a Dios con un corazón sincero y que practican buenas obras en relación con los demás (LG 16).
  1. Generador de vida: La Iglesia es lugar de comunión, de contemplación de la verdad que es Cristo[27] plenitud de la revelación. Se puede intuir que la acción pastoral debe reflejar la importancia de una eclesiología de comunión desde la praxis evangélica expresada en la comunión de Dios con los seres humanos y la comunión de ellos entre sí.
  2. Comunidad Pascual: El No. 7de la Regla de Vida de la Articolo 10 Spagnolo 2Congregación es una referencia concreta para una vida eucarística integral con la centralidad en el misterio Pascual, fundamento para una eclesiología eucarística: comunión de la asamblea local en el misterio de la Iglesia, comunión que crea el Espíritu Santo en cada comunidad para construirla como Cuerpo de Cristo, comunión entre las Iglesias, misterio de unidad, de apostolado en virtud de los mecanismos de vida.
  1. Compromiso ético: La vida de Jesús inspira una éticArticolo 10 Spagnolo 3a de vida desde la interconexión entre Palabras y acciones- Discursos- Praxis, ver y actuar. La pregunta es: ¿Qué compromiso ético se desglosa de la Eucaristía integralmente entendida? La respuesta evoca las huellas de Jesús en la historia. La vida de San Pedro Julián Eymard es un testimonio de vida eucarística. ‹‹Una eucaristía sin voluntad de asumir compromiso con el mundo social y sobre todo con el prójimo se convierte en un sin sentido››[28]. La Eucaristía se sintetiza en un binomio: Celebración-Acción, esto es, la contemplación de la misma en la vida.
  1. Don de Sí: La Eucaristía en el centro de la fe sintetiza la historia salvífica en la persona de Cristo. La invitación apunta a que cada persona busca eucaristizar la vida tal como lo hizo San Pedro Julián Eymard: ‹‹La Eucaristía es el vínculo de los cristianos, constituye la fraternidad. Jesús vino para hacer de todos los hombres una sola familia; la Eucaristía es el pan, el alimento común, la unión de todos sus hijos››[29].

IV. Conclusiones

A modo de conclusión, la dimensión teológica de la Eucaristía se expresa en una visión integral de comunión, entrega, desbordamiento, apertura y gracia; fundamenta la historia de la Salvación desde una perspectiva bíblica, pastoral y existencial para que la Iglesia concrete su labor evangelizadora en el aquí y ahora; centrada la mirada siempre en Jesús Eucaristía. El Don de Sí refleja la dimensión profética y teológica de la Eucaristía en una perspectiva Eymardiana. Vivir plenamente el misterio de la Eucaristía implica asumir la pedagogía del amor que conmovió a Jesús para hacerse Don de Sí. Esto lo asumió concretamente el P. Eymard en su praxis de la Eucaristía celebrada, contemplada y vivida desde las actividades pastorales y misioneras. Esto es hacer de la Eucaristía centro de vida que pasa por la experiencia de la comunidad; integra el anuncio de la Buena Noticia de la salvación y es evidenciada en la celebración de la fe y el testimonio. El desafío radica en interpelar siempre a las nuevas generaciones de cristianos de hoy a asumir, vivir y propagar la integralidad de la Eucaristía desde el Don de Sí.

 ¡Que el reino eucarístico sea construido por todos los cristianos y que la Iglesia sea siempre el promotor de la salvación integral del hombre de todas las épocas históricas a la luz de la fe!

 

 

Referencias bibliográficas

Catecismo da Igreja Católica, CIC. Conferência Episcopal da Colômbia. Bogotá, 1993.

Codina, Víctor sj. Bebiendo de las fuentes. En: La fracción del Pan. Verbo divino: Madrid, 2022.

Concilio Vaticano II, “Constitución dogmática Dei Verbum sobre la revelación”.

Concilio Vaticano II, “Constitución dogmática Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”.

Concilio Vaticano II. “Constitución dogmática, Lumen Gentium” sobre la Iglesia.

Congrégation du Saint-Sacrement. Études sur les origines des Congrégations du Saint- Sacrement: Eymard et le “Voeux de la Personnalité”. Maisons généralices: Rome, 2015.

Congregación de Santísimo Sacramento. Ensemble/Together no. 89.

Denzinger- Hunermann. Estudos sobre o concilio Trento. Edição eletrônica, 2007.

Giraudo, Cesare. Redescobrindo a Eucaristia. Traducido Por Francisco Taborda: Layola. São Paulo. 2002.

Ignacio Larrañaga. El sentido de la vida: oraciones y reflexiones para cada año. San pablo: Bogotá, 2018.

Juan Pablo II: Carta encíclica “Ecclesia de Eucharistia”. Roma, 2003.

Martini, Carlo Maria. Remad mar dentro: Eucaristía y dinamismo eclesial. Traducido Por Ramón Alfonso Aragón: Sal Terrae. Santander. 2010.

 

[1] Concilio Vaticano II. “Constitución dogmática, Lumen Gentium”, 11.

[2] Vivió en Francia durante el transcurso del S. XIX (1811-1868). La espiritualidad y la teología de este momento histórico tuvo grandes influencias en su vida cristiana, espiritual y teológica, orientada hacia la devoción eucarística en una perspectiva devocional. Su profundización en el misterio de la Eucaristía fue más allá de la comprensión de la “presencia real” del momento en relación con los planteamientos teológicos y doctrinales del Concilio de Trento (1545-1563) enfocado en la doctrina de la transubstanciación, como respuesta a la reforma protestante, que se extendió hasta el S. XIX, tiempo del P. Eymard. Fundador de los Religiosos, de la Siervas y de la Agregación del Santísimo Sacramento (Familia Carismática Eymardiana) cuya misión es promover y vivir integralmente la Eucaristía en todas sus dimensiones, enfocada en los desafíos de cada época histórica.

[3] Congregación del Santísimo Sacramento. Regla de vida no. 1. Roma, 1984.

[4] Libro publicado en francés por la casa generalicia en 2015 titulado: Études sur les origines des Congrégations du Saint- Sacrement: Eymard et le “Voeu de la Personnalité emitido por el P. Eymard, el 30 de marzo de 1865 para concluir el Retiro de Roma. Este voto constituye una herencia espiritual para la familia Eymardiana. Absque Sui Proprio trae el espíritu profundo de la Vida Eucarística del P. Eymard desde el Don de Sí de Cristo por el voto de la Personalidad, como una resignificación de su vida a la luz del proyecto del Cenáculo de Jerusalén, configurando toda su personalidad a Cristo eucarístico bajo la fórmula paulina: Yo vivo, pero no soy yo como persona, es Cristo que vive en mí (Gl 2, 20).

[5] Para profundizar en la esencia de la Eucaristía como sacramento primordial que fundamenta el ser de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo y la unidad de los cristianos en busca de la salvación. Ver: Catecismo de la Iglesia Católica No. 1396.

[6] Denzinger- Hunermann, 2007, n. 1636, edição eletrônica.

[7] El fundador de la familia eymardiana que ha tenido una vida y una experiencia eucarística profunda, dejó este legado espiritual para su familia religiosa enfocada en el Misterio de la Eucaristía.

[8] Barbiero. M. Vita Eucaristica e vita religiosa in S. Pierre-Julien Eymard. Citado por Harrie Verhoeven. En: Saint Pierre- Julien Eymard et le Don de Soi. Rome, 2015, P. 74

[9] Concilio Vaticano II, “Constitución dogmática Dei Verbum sobre la revelación”, 2.

[10] Cordina, Victor sj. Bebiendo de las fuentes. En: La fracción del Pan. P. 75

[11] Esta concepción amplia de la Eucaristía está bien desarrollada por Víctor Medina en su artículo titulado: La fracción del Pan desde una concepción escriturística y social. La vida y la concepción del P. Eymard en el S. XIX en relación con su vida eucarística en profunda sintonía con la propuesta de Medina y sigue siendo una interpelación constante y desafiadora para la familia Eymardiana hoy, S. XXI.

[12] Juan Pablo II: Carta encíclica “Ecclesia de Eucharistia”, no. 1.

[13] Ignacio Larrañaga. El sentido de la vida: oraciones y reflexiones para cada año. P. 10.

[14] Desde el punto de vista teológico-litúrgica, la Eucaristía es inseparable de la Palabra de Dios, entendida en un doble movimiento de la revelación de Dios en cuanto Palabras y Obras. Ver: el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) no. 1346.

[15] Perspectiva de la teología sacramental en torno al Misterio Pascual y la incorporación de los cristianos a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. Ver: Catecismo de la Iglesia Católica números 1114-1116.

[16] Ibíd., P. 22.

[17] Se refiere a la perspectiva bíblica y teológica de la Eucaristía a la luz de los sinópticos, principalmente: Lc 22, 19 y Mc 14, 24). Ver: Martini, Carlo Maria. Remad mar dentro: Eucaristía y dinamismo eclesial. P. 70.

[18] Ver: Concilio Vaticano II, “Constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia” no. 12-13.

[19] Texto fundamental que sintetiza todo el patrimonio espiritual de la congregación sss y el carisma del fundador, San Pedro Julián Eymard para vivir integralmente la misión eucarística en sintonía con las orientaciones del Concilio Vaticano II. (Ver: Regla de la Vida de la Congregación del Santísimo Sacramento no. 3).

[20] Ver: Carlo María Martini. Remad mar dentro: Eucaristía y dinamismo eclesial. P. 41.

[21] La sinodalidad indica la forma específica de vivir y obrar de la Iglesia, Pueblo de Dios. Se manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos. Ver: documento preparatorio del camino sinodal 2021-2023.

[22] Congregación de Santísimo Sacramento. Ensemble/Together. En: Una Teología de la Eucaristía según la Regla de Vida No. 89.

[23] Concilio Vaticano II, “Constitución dogmática Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual” no. 1.

[24] Ibíd; P. 84.

[25] Ver: documento preparatorio del camino sinodal 2021-2023.

[26] Francisco, Papa. Homilía en la Clausura del 52° Congreso Eucarístico Internacional a Budapest, Eslovaquia; el 12 de Septiembre de 2021.

[27] La cristología es el único punto de partida para una comprensión cristiana de la Verdad. Así la pretensión de Cristo de ser la verdad (Jn 14, 6) constituye una premisa fundamental para la teología cristiana. Ha habido una coincidencia en este punto tanto en Oriente como en Occidente. Ibíd., 79.

[28]Ibid., P. 57

[29] Eymard, Pierre Julien. Prédication générale: PP 36, 19.

Modificado por última vez en Viernes, 23 Junio 2023 14:43