Viernes, 25 Marzo 2022 07:46

La Cuaresma a la luz de la Espiritualidad Eucarística, un camino de conversión

“Comunidad e historia forman dos caras de la misma realidad del hombre que se hace en apertura diacrónico-sincrónica. En sincronía se abren los hombres entre sí, formando comunidad de vida y de progreso. En diacronía se realizan comunitariamente como historia”

 

La oración, la fraternidad y el servicio son los tres pilares de la Espiritualidad Eucarística, espiritualidad que hace parte de la identidad de la Congregación del Santísimo Sacramento.

  • La oración: La vida cristiana no se puede pensar o vivir sin oración. Es decir, no se puede hablar de vida cristiana sin el encuentro comunitario, pero sobre todo personal de comunión y de amistad con Jesucristo desde la oración. Así pues, la oración se convierte como el eje central desde donde brota toda actividad cristiana de construcción del Reino de Dios. Por esto, la oración constituye pues la primera dimensión de la praxis cristiana.
  • La fraternidad: Como aquella dinámica de salida de uno mismo con el fin de encontrarse y de compartir con el otro, con el prójimo. Es decir, ir al encuentro de Dios a través y por medio del hermano y, por consiguiente, de la comunidad. Lo anterior, para aprender a acoger el otro, pero también para escucharlo, es decir, no solamente reconocer el otro como persona, sino más bien, reconocer la presencia de Dios en el otro. Porque, “Ese Otro (Dios) es al mismo tiempo el otro; este hombre, en su realidad más íntima, es Dios. Su yo es un yo Divino”.
  • El servicio: La vida cristiana es una llamada al servicio: la entrega de la vida por los demás. Encontrarse con Dios en las situaciones históricas y concretas de los demás y, sobre todo, de los que sufren. Se trata del compromiso de estar al servicio de la comunidad: el compromiso de entregar la vida dado que el acontecer de Dios y su presencia se dan en la historia. Es pues, la llamada a ser para el otro, presencia y bendición de Dios. En una palabra, el compromiso por el bien.
  • La Espiritualidad Eucarística, camino de conversión: Ahora bien, visto desde el tiempo de gracia o “tiempo favorable” refiriéndonos al apóstol Pablo (2Co. 6, 2) que es la cuaresma, dicha espiritualidad Eucarística proporciona un camino de conversión que es precisamente, la llamada que nos hace el Señor “conviértanse y crean a la Buena Nueva” (Mc1, 15). En efecto, si los tres pilares de la cuaresma: oración, limosna y ayuno son medios para alcanzar la conversión, la espiritualidad eucarística lo es también y, aun mas puesto que tiene su fuente en la comprensión mismo del Sacramento de la Eucaristía que es a la luz del Vaticano II: “fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG.11). Pues bien, la espiritualidad eucarística tiene esa capacidad de proporcionar una praxis cristiana transformadora que nace del ideal de la vida eucarística lo cual busca llevar junto contemplación y acción.

Quaresima 3Lo anterior, por la simple razón de que la vida nueva en Cristo no puede ser planamente eucarística si no está consagrada a Dios y a los hombres, la espiritualidad eucarística busca así ofrecer una manera de vivir plenamente el Misterio Pascual de nuestro Señor Jesucristo, es decir, una manera de vivir el evangelio construyendo de hecho el Reino de Dios. Se trata por medio de la oración, de la fraternidad y del servicio de asumir una vida cristiana plenamente eucarística que abarca de por sí, la solidaridad con los pobres y los débiles (que se busca a través del ayuno y de la limosna) y la oposición a todo lo que atenta a la dignidad del hombre. Porque la fe cristiana que tiene su fundamento y sentido a partir del don gratuito de Dios en Jesucristo que se hace pan, Pan de vida en la Eucaristía, constituye el núcleo de la experiencia de fe siendo, el lugar de encuentro entre Dios y el hombre.

Este encuentro con el amor de Dios en la eucaristía impulsa a su vez el encuentro con el prójimo, es decir, con el hermano. Así, la eucaristía o, podríamos decir, la espiritualidad eucaristía que nace de nuestra comprensión del sacramento de la eucaristía nos va llevando a realizar la misma experiencia del Apóstol de las naciones, san Pablo: “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi” (Ga 2, 20). Así, la espiritualidad eucarística responde o, más exactamente, corresponde al espíritu de la cuaresma, en una palabra, a la espiritualidad cristiana el de hacer de cada cristiano otro Cristo, es decir, hombres y mujeres resucitados y que reflejan la perfección del Padre siendo compasivo y misericordioso.

En definitiva, vivir la cuaresma en clave de conversión a partir de la espiritualidad eucarística es asumir en primer lugar, desde la oración la comunión con Jesús eucarístico y, por ende, con la Iglesia. En segundo lugar, desde la fraternidad, tomar conciencia de que la vida cristiana se vive en comunidad, es decir, construyendo lazos de hermandad. Y finalmente, en tercer lugar, a partir del servicio, caer en la cuenta de que la vida cristiana, la fe en la eucaristía implica un compromiso de cara al mundo. Por tanto, oración, fraternidad y servicio dan cuenta de la necesidad de comprometernos a la transformación de la sociedad, es decir, enfrentar la realidad histórica y social con el fin de construir de un mundo diferente, un mundo nuevo: más justo y más fraterno.La espiritualidad eucarística permite entonces, por una parte, la experiencia de encuentro con Dios (por la oración) y con los otros (por la fraternidad) y, por otra, el ejercicio de una praxis cristiana transformadora (desde el servicio). De ahí que una vida orante, fraterna y servidora constituye sin lugar a duda un camino de conversión según el espíritu de la cuaresma. Porque precisamente, la espiritualidad eucarística lleva a una ortopraxis cristiana lo cual es señal de una madurez en la fe. Así, la espiritualidad eucarística (oración, fraternidad y servicio) al igual que los tres pilares del tiempo de cuaresma (oración, limosna y ayuno) busca formar cristianos convencidos y comprometidos por la causa del Reino de Dios, es decir, la conversión personal y comunitaria y, en consecuencia, la transformación social. Lo dicho, con el fin de alcanzar un mundo más justo y más fraterna a la espera de la venida del Señor.

Tal es la misión nuestra a la luz de la Regla de Vida y tal es también el propósito de la Iglesia en este tiempo de cuaresma al llamarnos a la conversión. En esta dinámica la tarea para nosotros religiosos sacramentinos en este tiempo favorable que es la cuaresma, es de volver la mira hacia nuestra propia espiritualidad. Se trata entonces de vivenciarla mejor pero también, sobre todo, proponerla a nuestros feligreses y laicos como camino de conversión que nos llevará paso a paso, pero con seguridad y certeza a la Resurrección. Es decir, nos llevará a la celebración de del Misterio Pascual con un corazón nuevo y una vida renovada y, por ende, de resucitar con Cristo.

 

Hermano Christophe Mendy, sss
extracto de NOTIBIP 78 - Marzo 2022

Modificado por última vez en Viernes, 25 Marzo 2022 08:04