Imprimir esta página
Jueves, 05 Julio 2018 10:35

Jornada de santificación de los sacerdotes

Como estaba previsto en el calendario diocesano (Thiès) la celebración de la jornada de santificación de los sacerdotes tuvo lugar el viernes 8 de junio de 2018 en la parroquia san Pedro Julián Eymard de Koudiadiène. Venido de cuatro decanatos de la Diócesis los sacerdotes respondieron masivamente a la celebración de esta jornada.

Ha sido también la ocasión para todo el presbyterium de Thiès de manifestar su gratitud y su reconocimiento para con el Padre Nino Donda, que tras 31 años de presencia misionera en el Senegal, de los cuales 13 en la Diócesis, abandonará definitivamente el Senegal el domingo 17 de junio por una nueva misión.

Aquí tienen una breve síntesis de la conferencia, cuyo tema era: La misión del Sacerdote. 

El testimonio pascual

Toda celebración eucarística se inicia con un gesto muy importante que, en la mayor parte de los casos se ha convertido en banal, de tal manera nos hemos acostumbrado a la liturgia, un gesto sin embargo simbólico. Besamos el altar, ese altar al que incensamos. Ese altar tiene relación con tres acontecimientos que están en el corazón de toda vida cristiana.

  • El altar es en primer lugar la Mesa de la comida pascual en torno a Jesús. Nos recuerda el jueves santo.
  • El altar es la mesa del sacrificio, el signo de la cruz. Nos recuerda el viernes santo.
  • El altar representa finalmente el sepulcro vacío. El humilde atestado de la victoria del Resucitado. Evoca por supuesto la mañana de Pascua.

Al besar el altar nosotros los sacerdotes ponemos en evidencia que somos hombres del jueves santo, del viernes santo y del domingo de resurrección. Con esos diferentes significados el altar evidencia la triple identidad del ministerio presbiteral y diaconal. El sacerdote es el hombre de la comunión. La Santa Cena es la cita de la amistad con Cristo: ”ya no os llamo siervos sino amigos”, dice Jesús en el momento de lavar los pies a los apóstoles. En eso Jesús nos plantea dos pequeñas cuestiones; ¿Quieres amarme? ¿Quieres hacerme amar?.

 

Sen 5aEl sacerdote es también el hombre del viernes santo. Hace presente sobre el altar el sacrificio de Cristo en cada eucaristía. Ser ordenado sacerdote es abrazar la cruz de Cristo. Es lo que subraya el rito del beso del altar. La santidad del sacerdote le convoca al calvario. El sacerdote encuentra su orgullo en la Cruz de Jesucristo. Jesús no viene a casa de una persona con las manos vacías, siempre trae la cruz. Somos los discípulos de un maestro crucificado.

El sacerdote es ante todo el testigo de la mañana de Pascua. Su misión es celebrar la resurrección del Señor hasta que vuelva y de dar de ella los signos sacramentales. El sacerdote lleva, en nombre de todos, la esperanza de esta ascensión hacia el Padre.

Por el amor de la Iglesia

Somos sacerdotes porque queremos compartir una pasión: la de Cristo. Si somos sacerdotes es por Él y nada más. Es de Él de quien deseamos hablar. Es gracias a Él que nos hemos convertido en servidores de nuestros hermanos.

Apostamos nuestra vida en Él. Y lo que hemos dejado detrás de nosotros para seguirle da la medida del precio de nuestra pasión por Cristo. La vida de Cristo explica nuestra vida hasta adoptar su modo de vida, en la renuncia a lo que constituye la estabilidad habitual de una existencia: una vida de pareja y de familia, un oficio, una vida social… Para poder estar en plena disponibilidad a su servicio. Es por lo que nuestra vida de sacerdote no se concibe si no es como una respuesta radical a la propuesta que Jesús nos ha hecho: “amarlo y hacerlo amar”. Hemos comprometido todos nuestros deseos, nuestra voluntad en esa opción, en una orientación de vida donde el centro de nosotros mismos ya no es completamente nosotros mismos, sino Cristo. Nuestra vida es Cristo.

Ministro de la Iglesia

Uno no es sacerdote para uno mismo. El sacerdote está al servicio de la santidad de la Iglesia. Celebrando los sacramentos el sacerdote subraya que la Iglesia es la Iglesia de Cristo. El sacerdote tiene como vocación hacer entrar al pueblo de Dios que le es confiado en esta santidad de Dios que es la santidad de la Iglesia.

En nombre de la Eucaristía

En cada misa crismal el sacerdote renueva sus compromisos sacerdotales. Cristo ha elegido en su pueblo a los que, por la imposición de las manos, participarán en un ministerio sacerdotal. La mejor catequesis sobre la Eucaristía es la misma Eucaristía bien celebrada. El sacerdote tiene la obligación de redescubrir personalmente y de hacer descubrir la belleza de los signos contenidos en la liturgia.

La misión teologal del sacerdote

Como cualquier bautizado, el sacerdote debe creer, esperar y amar. Sin embargo, debe hacerlo al modo de los apóstoles, es decir, enseñándolo al pueblo que le es confiado.

  • El sacerdote debe ser ante todo un hombre de fe. Debe tener fe en su propio ministerio. La primera fidelidad exigida a un sacerdote es continuar creyendo en su propio ministerio.
  • El sacerdote es un hombre de esperanza. La esperanza es la confianza en Dios que viene a buscarme. La esperanza del sacerdote, su deseo íntimo, que moviliza su oración y sus esfuerzos, es que cada persona venga a Jesús y que, por medio de su ministerio, Jesús se acerque a cada una de ellas. El lenguaje de la esperanza es la oración.
  • El sacerdote es un hombre de la caridad.

 

Padre Antoine Ndong, sss