Imprimir esta página
Miércoles, 16 Diciembre 2020 08:40

Colombia: Una gran luz brillará en nuestra vida

Iniciemos el año litúrgico con el Adviento como preparación para la Navidad. Prendemos la primera de las cuatro velas de la corona del Adviento, signo contemplativo que recuerda las grandes etapas de la Historia de la Salvación. ¡Ven, ven Señor, no tardes! Confirma la actitud de espera del gran Misterio de la Encarnación, una gran luz que brillará en la vida del mundo (cf. Mt 4,16). Reflexionemos brevemente en torno a tres signos contemplados en este tiempo de gracia: 1. El pesebre 2. Las especies del pan y del vino y 3. La fraternidad. 

  1. El Pesebre: entre los signos propios para este tiempo litúrgico y que despiertan la sensibilidad para dialogar con el otro, en los ámbitos familiares y comunitarios, está el pesebre, lugar de contemplación del Misterio de la Encarnación. Dios se hace niño para ser acogido en nuestros brazos. En la flaqueza y la fragilidad humana, Dios esconde todo su poder y se transforma en un Dios de ternura y de amor desde la inocencia del niño. El Pesebre como signo cargado de sentido para los cristianos, nos hace sentir involucrados en la Historia de la Salvación y actualizar el acontecimiento de Belén: “su representación en el belén nos ayuda a imaginar las escenas, estimula los afectos, invita a sentirnos implicados en la Historia de la Salvación, contemporáneos del acontecimiento que se hace vivo y actual en los más diversos contextos históricos y culturales” [Papa Francisco, Carta apostólica Admirabile Signum n.3, 1 de diciembre de 2019].
  1. Las especies del Pan y del Vino: La Eucaristía es el tesoro que sintetiza la Historia de la Salvación, actualiza el itinerario evangelizador de Jesucristo y confirma la esperanza cristiana. Este tiempo litúrgico es muy peculiar para acentuar, revivir y redescubrir la esencia del nuevo mandamiento del amor anunciado y vivido por Jesús “Amémonos unos a otros” (cf. Jn 13,34). Para traducir en práctica el amor de Dios para con nosotros, “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).

Este año 2020, la humanidad entera vivió una experiencia de desierto con la pandemia Covid-19 que alcanzó a todos, llevando a millones de vidas, entre ellas, algunos hermanos nuestros; esta pandemia generó situaciones de pánico, de incertidumbre y cambio de proyectos. La Eucaristía nos da luces para enfrentar problemas de la indiferencia, situaciones confrontadas por el P. Eymard en su época; discernir sobre los problemas de conflictos y fragilidad humana. Es hora de hacer nuestra, la cultura del encuentro promovida por el Papa Francisco expresando en la propia vida, la dimensión de la unidad en la diversidad, siendo un principio eucarístico fundamental.

  1. La Fraternidad: “Toda nuestra vida sacramentina tiene como fundamento la celebración del Misterio Pascual” (Mensaje del 35° Capitulo General). Esta afirmación remite a algo primordial para nosotros, “el cenáculo”: lugar de fraternidad, de comunión y de contemplación. En casi todas las iglesias católicas, se vislumbra algún signo referido al Pesebre, trayendo a la memoria el espíritu de la Navidad.

Dios se encarna en María para hacerse hombre para que contemplemos el Emmanuel “El Dios con nosotros” asumiendo la condición humana y brillar en nuestra vida. Así el gran Misterio de la Salvación ilumina el caminar de nuestra existencia para responder a los grandes interrogantes en busca del sentido a la existencia.

“¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento (cf. Lc 1,79).” [Papa Francisco, Carta apostólica Admirabile Signum n.4, 1 de diciembre de 2019].

Preparemos el corazón como el Pesebre para acoger agradablemente el “Emmanuel” en nuestra vida y que Él alcance las periferias de nuestra existencia para discernir sobre el sentido de la fraternidad como esencia de la vida eucarística y mejorar nuestra vida cristiana y religiosa.

¡Feliz Navidad a la familia eymardiana presente en los distintos lugares geográficos del mundo! ¡Que las luces de la Navidad iluminen nuestro camino fe y de adhesión a Cristo Eucarístico!

4 de diciembre de 2020

Diacono Elibien Joseph, sss

Modificado por última vez en Miércoles, 16 Diciembre 2020 09:18