Martes, 12 Febrero 2019 11:39

Celebración del 9 de diciembre de 2018

El segundo domingo del Adviento presenta la figura de Juan Bautista como un signo de la oferta de la salvación de Dios. La historia llega a su apogeo: el momento más esperado y más deseado, el momento de la proclamación del Reino de Dios que empieza, el Mesías está a punto de llegar. A partir del desierto, Juan Bautista se convierte en un profeta y un precursor del Mesías. (…)

Una imagen que puede beneficiarnos enormemente en la experiencia de esta segunda semana del Adviento es la imagen del Desierto. Desde el punto de vista bíblico, el desierto es presentado como el lugar donde el ser humano está llamado a vivir una experiencia espiritual y existencial fuerte. Lugar donde el ser humano puede realizar el difícil y a veces penoso encuentro consigo mismo. (…) Tenemos un ejemplo de nuestro gran santo, san Pedro Julián Eymard que, en el desierto de su Gran Retiro, pudo identificar sus límites más profundos, sus miedos, sobre todo cuando lo expresó con la frase: “Huyo de Dios por temor a mí mismo”. Enfrentarse con uno mismo abre con seguridad el camino para hacer la ofrenda suprema del don de su personalidad.

Celebrar también hoy los 56 años de su canonización, es una fuente de gozo a la vez que una incitación a seguir con nuestro camino de conversión, preparándonos de manera especial para la Natividad del Señor. Nuestro fundador no se identifica con un santo de lo extraordinario, sino como alguien que vivió la santidad de Dios en su vida cotidiana. (…) Una santidad que le empuja a optar por los pobres de la periferia parisina, fundando con ellos nuestra Congregación, como respuesta a las muchas carencias que experimentaban. Celebrar la canonización de san Pedro Julián Eymard es una llamada especial de Dios para que también nosotros, en nuestra vida diaria y en las situaciones en las que estamos llamados a hacer opciones profundas y radicales, busquemos, siguiendo su ejemplo, ser fieles y creativos en nuestras respuestas.

Para nuestra familia Eymardiana, La Mure es hoy una referencia muy importante en nuestras vidas. Conservamos un vínculo afectivo y espiritual con esta ciudad donde el padre Eymard nació, vivió sus primeros años de infancia y donde también nació para una eternidad dichosa. El proyecto lanzado aquí desde hace 11 años ha permitido a nuestra familia reconocer que La Mure es un lugar privilegiado de nuestra historia y de nuestra búsqueda de la encarnación y de la actualización del carisma del padre Eymard hoy. Doy las gracias a mi predecesor, el padre Fiorenzo Salvi, que inició ese proyecto audaz, así como a los miembros de su Consejo general por su colaboración, y a los hermanos que han vivido aquí y han consagrado un periodo de su vida a anunciar el evangelio de la Eucaristía por estas tierras. A mis hermanos llegados recientemente les expreso mi gratitud por la respuesta positiva dada a esta llamada de la Familia del padre Eymard. Que este tiempo sea para vosotros: P. Norman, P. Nino, P. Antoine y P. Mateus, una etapa rica en experiencias comunitarias fecundas y en servicios prestados a la Iglesia y a nuestra Congregación.

Es también el momento privilegiado para agradecer sinceramente a este obrero de la primera hora que ha orientado bien este proyecto. La fisionomía de nuestra presencia, expresada en la organización del Centro de Espiritualidad y en la misión de esta inmensa parroquia, le debe mucho a su compromiso y a su competencia. Él es hoy uno de los mayores expertos en la vida y la obra de san Pedro Julián Eymard. Además de su trabajo aquí en La Mure, su contribución a la formación de toda la Familia Eymardiana queda patente a través de sus libros en los que nos presenta el contenido profundo y actual de nuestro santo fundador.

Padre Manuel Barbiero: para expresar nuestra gratitud, he retomado las palabras de la Carta a los Filipenses que hemos escuchado en la liturgia de la Palabra de hoy: Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. (Fil. 1,9-11).

Ya he indicado personalmente al P. Manuel y a su Provincial que él es hoy un patrimonio de riqueza y de conocimiento sobre Eymard para toda la Congregación. Dondequiera que esté, siempre será una referencia y continuará trabajando para que esta riqueza sea compartida con toda nuestra familia.

Gracias, Padre Manuel, por tu vida entregada aquí, por tu salud entregada aquí y por el testimonio vivido aquí. Que Dios te bendiga con una gran sabiduría y el gozo de vivir el descubrimiento de este inmenso amor de Dios manifestado en la Eucaristía y que acompañó toda la vida del padre Eymard.


de P. Eugênio Barbosa Martins, sss
Superior General
citado de su homilía